Quizá el título de este artículo ha llamado la atención. No estoy escribiendo en contra del dispensacionalismo (aunque hay temas exegéticos que considero merecen revisión), sino acerca de una forma desacertada de enfrentarlo por parte de algunos.
El debate es saludable y provechoso con relación al dispensacionalismo. Un ejemplo de un tratamiento irénico del dispensacionalismo es el que hace Vern Sheridan Poythress, Understanding Dispensationalists (2a ed.
Presbyterian and Reformed: 1993). Se puede leer una versión electrónica aquí.
Pero, de tiempo en tiempo se suscitan ataques furibundos. Ante esta situación, es bueno recordar las palabras de Pablo a Timoteo
quien estaba enfrentando no diferencias escatológicas, sino problemas
reales de falsa doctrina en franca oposición a la enseñanza apostólica:
24 Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso [οὐ δεῖ μάχεσθαι], sino amable [ἤπιον] para con todos, apto para enseñar, sufrido; 25 que con mansedumbre [ἐν πραΰτητι] corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, 26 y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él.
(2Ti 2:24-1 R60)
Esto lo digo porque cada cierto tiempo, casi como un asunto estacional, se levanta una oleada de ataques vitriólicos en contra de todo lo etiquetado como "dispensacionalismo". Invito a que evitemos la miopía del fustigador que no le permite ver los matices, pues en realidad hay "dispensacionalismos" (llámese clásico, revisado, o progresivo).
Entre algunos que supuestamente suscriben la teología pactal resulta políticamente correcto lanzar clichés en contra del dispensacionalismo apelando a autores del pasado. Es una tradición hacerlo. Se apela a la interpretación histórica afirmándose que tal o cual cosa era lo que creía la iglesia, mejor dicho la patrística (como si la patrística fuese un conjunto homogéneo de creencias). En esta lógica, los escritores patrísticos equivalen a "la iglesia".
Se acusa de reciente al dispensacionalismo datado ca. 1830 (una fecha ahora no tan reciente). Es decir, cuanto más añeja y rancia sea una creencia, ergo es verdad. Como si todo lo que ha sobrevivido y tenemos escrito es lo que creyó todo el mundo. Al propio Calvino le acusaron de enseñar doctrinas nuevas, pero eso pasa desapercibido cuando se mira la paja en el ojo ajeno.
Para robustecer el ataque, apellidos como Allis, Hoekema, Berkhof o Boettner vienen al auxilio. Este tipo de apelaciones ad baculum están incompletas sin recurrir a la ridiculización. A veces se acusa a personas que suscriben el dispensacionalismo de ser meros repetidores de enseñanzas del Seminario de Dallas, pero los acusadores caen en lo que critican. Se aceptan a priori y se remedan los argumentos de Dave MacPherson que vinculan a Darby con Margaret MacDonald, o se identifica a Darby con la masonería, etc. Esto me parece ser un argumento naïve. Hay un libro que debe ser lectura obligada para quien desee debatir en buen espíritu cristiano cuestiones relacionadas a Darby: Paul Richard Wilkinson, For Zion's Sake:Christian Zionism and the Role of John Nelson Darby (Milton Keynes:Paternoster,
2007).
Escribo esto para fomentar debates y estudios provechosos, abandonando las falacias argumentativas muy arraigadas y frecuentes entre algunos.
Muy buen aporte...
ResponderEliminarQuerido hermano, le invito a participar en este foro..
http://forodelabiblia.net/la-apostasia-el-anticristo-lo-que-lo-detiene-t-1196.html
Se que sus comentarios serán muy bienvenidos.