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sábado, 23 de junio de 2012

E. Earle Ellis y la Depravación Total

A veces se argumenta usando una distorsionada reconstrucción de la doctrina de la depravación total (sostenida tanto por calvinistas y arminianos):
Correctamente entendida, la depravación total no significa que el hombre caído es tan malvado como sea posible, sino que cada aspecto de su ser –mente, voluntad, emociones- está bajo los efectos del pecado, es decir, del Pecado Original en el Jardín. Así ‘todos [corporalmente] murieron en Adán’ (1Co 15:22). ‘Por tanto, tal como el pecado entró (εἰσῆλθεν) en el mundo por un hombre, y la muerte por el pecado, así también la muerte se extendió (διῆλθεν) a todos los hombres, porque (ἐφ᾽ ᾧ) todos pecaron (ἥμαρτον)’, i.e. en el Jardín. Esto es, todos los descendientes de Adán fueron participantes corporativamente en su pecado y así en sus efectos. Por tanto, aún los bebés son ‘impuros’ y mueren aunque no tengan pecado personal.[1]
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[1] E. Earle Ellis, The Sovereignty of God in Salvation (New York: T&T Clark, 2009), 3.

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