Que la fe que salva tiene un origen Divino es casi un axioma teológico,
por lo menos dentro de la tradición protestante (personalmente me inclino por
esta postura que ve la fe como virtud originada en Dios). Sin embargo, por encima de las enrevesadas explicaciones
teológicas, Herman N. Ridderbos (1909 – 2007) el gran teólogo holandés, prefiere
la sencilla honestidad a la hora de explicar exegéticamente el texto sagrado.
Ridderbos, hijo de ministro reformado, creció como reformado, enseñó teología
reformada y pasó a la gloria sosteniendo convicciones reformadas. No obstante,
eso no significó que Ridderbos considerara como infalible a Juan Calvino. Con toda libertad Ridderbos manifiesta sus
desacuerdos con la exégesis de Seakle Greijdanus (1871-1948). En una nota al
pie de su libro El pensamiento del
apóstol Pablo comenta los textos de Filipenses 1:29 y Efesios 2:8. He aquí Ridderbos:
Para afirmar que la fe es un don de Dios, por lo general se apela a Fil. 1:29 y Ef. 2:8. Pero dichos textos no son decisivos. Fil. 1:29 dice así: “Porque a vosotros os ha sido dado de gracia (ἐχαρίσθη), a causa de Cristo, no sólo el creer en él (τὸ εἰς αὐτὸν πιστεύειν), sino también el padecer a causa de él”. En sentido estricto, aquí se habla de la gracia objetivamente, no subjetivamente como gracia interna. La gracia consiste en que la iglesia cree en Cristo porque se le ha dado a conocer el evangelio. Esto surge también de la analogía de las palabras finales (“también el padecer a causa de él”). Aquí también se habla objetivamente de la gracia del padecimiento, a saber, como prueba del pertenecer a Cristo, no de la gracia que consiste en la fuerza o la perseverancia en el padecimiento (como cree Calvino, a nuestro juicio erróneamente). Nadie niega que el poder tanto para creer como para padecer viene de Dios, pero eso no está expresado aquí con tantas palabras (así. p. ej., Greijdanus: “La fe es el fruto de la obra de la gracia de Dios en el corazón de sus elegidos, tal como lo expresa aquí el apóstol con toda claridad”, De brief van de apostel Paulus aan de gemeente te Philippi, 1937, p. 166). Tampoco es muy segura la prueba derivada de la conocida expresión de Ef. 2:8: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto (καὶ τοῦτο) no procede de vosotros, es un don de Dios, no procede de las obras para que nadie se jacte”. La pregunta es si la frase καὶ τοῦτο se refiere a toda la declaración precedente o sólo a "por medio de la fe”. Por lo general, los comentaristas optan por lo primero (así, p. ej., Calvino: “non ex vobis: ut... solum agnoscant Deum salutis suae auctorem” (no de vosotros, para... que reconozcan que Dios solo es el autor de su salvación, Ad Efesios en 2:8). Que se escriba καὶ τοῦτο (y esto) y no καὶ αὐτῇ* (y ésta) no es en sí una objeción de peso en contra de la segunda interpretación. Más importante es que οὐκ ἐξ ὑμῶν (no procede de vosotros) -que corresponde con οὐκ ἐξ ἔργων (no procede de las obras)- está relacionado con toda la frase precedente. Con todo, también es posible que οὐκ ἐξ ὑμῶν (no procede de vosotros) no corresponda con οὐκ ἐξ ἔργων (no procede de las obras), sino que οὐκ ἐξ ἔργων (no procede de las obras) se conecte directamente con διὰ πίστεως (por medio de la fe). En tal caso, las palabras “y esto no procede de vosotros, pues es don de Dios” serían como un paréntesis y estarían conectadas con la fe. Al menos habría que aceptar cierta incertidumbre [negritas mías]. [1]
Le
agradezco a Dios por personas como Ridderbos. Personalmente he tratado estos textos, sin embargo las observaciones de
Ridderbos nos deben alertar a no tener una actitud soberbia con relación a
nuestro entendimiento de textos cuya exégesis es debatible.
* En el texto en español del libro de Ridderbos aparece αὐτῇ que es el
pronombre personal dativo femenino
singular, de donde la expresión καὶ
αὐτῇ se
traduce “y a ella”. Quizá debe referirse a αὕτη que es el pronombre demostrativo nominativo femenino
singular, de donde καὶ αὕτη sí se traduce “y ésta”. Lamentablemente no tengo el
original en holandés.
[1] Herman N. Ridderbos, El
pensamiento del apóstol Pablo (Grand Rapids: Desafío, 2000), 306 n57.