דְּֽבַר־בְּ֭לִיַּעַל יָצ֣וּק
בּ֑וֹ
וַאֲשֶׁ֥ר שָׁ֜כַ֗ב
לֹא־יוֹסִ֥יף לָקֽוּם׃
Cosa pestilencial se ha apoderado de él;
Y el que cayó en cama no volverá a levantarse. (Sal. 41:8)
Resulta interesante que la RV60 traduzca דְּבַר־בְּלִיַּעַל como
“cosa pestilencial”, pues literalmente es “cosa de Belial”.
Para los traductores no está claro cuál es la fuerza precisa
de las palabras. Por lo que dice literalmente puede que la idea sea “un poder
maligno lo ataca”. Como si hubiera detrás del padecimiento un maleficio. En
este caso, equivaldría a que su enfermedad ha sido causada por el demonio. Así
la LBLA y NVI.
Ahora el texto dice יָצוּק
בּוֹ que RV60 traduce “se ha apoderado
de él”, literalmente dice “derramado dentro de él”. La segunda línea describe
un mal irremediablemente fatal. El salmista denuncia que sus enemigos complotan
contra él queriendo que sea envenenado con brebaje venenoso y demoníaco. En esa
línea de interpretación está también Mitchell Dahood, S.J., Psalms I: 1-50
(New Haven; London: Yale University
Press, 2008), 251.
En algunos lugares del Perú se suele decir a males
irremediables y misteriosos que al enfermo “le han hecho daño”. Los médicos no
pueden diagnosticar el mal que se padece. La cultura popular concluye que es
brujería, “cosa del demonio”. Es común que “curiosos” (brujos) oferten pócimas
del amor, preparadas mediante malas artes, como también bebedizos para maldecir
a la persona rival. En el fondo, la envidia es el móvil de tal mentalidad
perversa y diabólica.
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