Como padre, al ver la angustia de otros padres allá en Connecticut, me ha sobrecogido el dolor. Tantas familias necesitando consuelo y nuestras oraciones... El dolor puede asaltarnos inesperadamente, y la perversidad humana nos sorprende. Muchas veces nos olvidamos que el corazón humano es engañoso más que todas las cosas y perverso (Jeremías 17:9). ¡Cuánta falta hace Jesucristo a la humanidad!
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