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sábado, 3 de mayo de 2014

"El ojo de la aguja" (Mateo 19:24), las puertas de Jerusalén y Teofilacto

πάλιν δὲ λέγω ὑμῖν, εὐκοπώτερόν ἐστιν κάμηλον διὰ τρυπήματος ῥαφίδος διελθεῖν ἢ πλούσιον εἰσελθεῖν εἰς τὴν βασιλείαν τοῦ θεοῦ. (Mt. 19:24).
¿Qué es el “ojo de la aguja”? Una interpretación muy popular entre varios predicadores es que se trata de una pequeña puerta en Jerusalén. W. Barclay cita esta interpretación sin aprobarla:
Para ilustrar lo difícil que era, puso una metáfora gráfica. Dijo que le era tan difícil a un rico entrar en el Reino del Cielo como le sería a un camello pasar por el ojo de una aguja. Se han propuesto diversas explicaciones a la imagen que Jesús trazó. El camello era el animal más grande que conocían los judíos. Se dice que algunas veces había dos puertas en las ciudades amuralladas. Una era la gran puerta principal por la que entraba y salía todo el tráfico y el comercio. Al lado había a veces una portezuela baja y estrecha. Cuando la principal estaba cerrada y guardada por la noche, la única manera de entrar en la ciudad era por la puerta pequeña, por la que hasta una persona casi no podía pasar erguida. Se dice que a veces llamaban a la portezuela «el ojo de la aguja». Así que se sugiere que Jesús estaba diciendo que le era tan difícil a un rico entrar en el Reino del Cielo como a un corpulento camello pasar por la portezuela por la que casi no podía entrar una persona.[1]
En tiempos modernos, quien popularizó esta interpretación es Lord Nugent al contar una experiencia de viaje en la cual escuchó que a las puertas pequeñas les llamaban “Es Summ el Kayut” (agujero u ojo de la aguja)[2]. Esta explicación surgió en la Edad Media y se le atribuye a Teofilacto. La explicación de Gordon Fee es representativa de quienes atribuyen a Teofilacto esta interpretación.
Como pronto veremos, no se comienza con la consulta a los expertos. En cambio, cuando sea necesario, hay que tratar de usar las mejores fuentes. En Marcos 10:23 (Mateo 19:23, Lucas 18:24), al concluir la historia del joven rico, Jesús dice: "¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!". Entonces añade: "Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios". A menudo se dice que había una entrada en Jerusalén conocida como el "Ojo de la Aguja", a través de la cual podían pasar los camellos sólo de rodillas y con gran dificultad. El punto de esta interpretación es que un camello sí podía pasar por el "Ojo de la Aguja". El problema de esta "exégesis" es que sencillamente no es verdadera. Nunca existió tal entrada en Jerusalén en ninguna época de su historia. La primera "evidencia" de tal idea se encuentra en el siglo once, en un comentario de un religioso griego llamado Teofilacto, quien tuvo con el texto la misma dificultad que tenemos nosotros. Al fin y al cabo, es imposible que un camello pase por .el ojo de una aguja, y ese fue precisamente el punto de Jesús. Es imposible para el que confía en las riquezas entrar en el Reino. Se necesita un milagro para que un rico sea salvo, que es el tema central de lo que sigue: "Todas las cosas son posibles para Dios".[3]
Estoy de acuerdo con Fee en que la interpretación del “ojo de la aguja” como una puerta en Jerusalén o las ciudades amuralladas es una ficción medieval. No hay evidencia documentada o restos arqueológicos que certifiquen la existencia de dicha puerta en Jerusalén u otras ciudades. Esta explicación supone que, puesto que las grandes puertas de las ciudades amuralladas eran difíciles de abrir para cada persona que deseara entrar, había puertas más pequeñas en tales portones grandes o al lado de los mismos. G. Ernest Wright informa que no hay pruebas antiguas o modernas de que tales entradas hayan sido llamadas por ese nombre[4].
Aunque Fee y otros eruditos atribuyen a Teofilacto la invención de tal ingeniosa interpretación, no nos ofrecen ninguna cita o referencia de Teofilacto. Esto me parece un tanto irónico, porque el mismo Fee aconseja “cuando sea necesario, hay que tratar de usar las mejores fuentes” (¡!).
A decir verdad, no estoy completamente convencido de que haya sido Teofilacto. He hecho una búsqueda sin hallar resultados en el texto de las obras de Teofilacto como aparecen en los volúmenes de la Patrologia Graeca:
Volume 123 Theophylactus Bulgarias http://books.google.com/books?id=mL7UAAAAMAAJ
Volume 124 Theophylactus Bulgarias http://books.google.com/books?id=lzURAAAAYAAJ
Volume 125 Theophylactus Bulgarias http://books.google.com/books?id=Z7_UAAAAMAAJ
Volume 126 Theophylactus Bulgarias http://books.google.com/books?id=eTYRAAAAYAAJ
En cambio, sí he encontrado una cita de Pascasio Radberto (785-865 d.C.) en la Patrologia Latina: 
si deposuerit onera sua quibus premebatur prius quam divitem superbum, et spem suam ponentem in divitiis suis, introire in regnum coelorum. Pro cujus rei difficultate, nonnulli foramen acus dixerunt posterulam fuisse in Hierusalem, quae ita vocabatur, de qua Dominus dixerit, per quam cameli onerati in Hierusalem intrare non possent (PL 120.665D)
Volume 120 Paschasius Radbertus http://books.google.com/books?id=b_8QAAAAYAAJ
La referencia a Pascasio también la he encontrado en Erich Klostermann (Das Markusevangelium [Tubinga: Mohr-Siebek, 1950], 104). Tomás de Aquino atribuye esta explicación a Anselmo:
Aliter dicitur, quia Hierosolymis quaedam porta erat, quae foramen acus dicebatur, per quam camelus, nisi deposito onere et flexis genibus, transire non poterat: per quod significatur, divites non posse transire viam arctam quae ducit ad vitam, nisi sordibus peccatorum et divitiis depositis, saltem non amando.
Sancti Thomae de Aquino, Catena aurea in quatuor Evangelia Expositio in Matthaeum, a capite XVII ad caput XX http://www.corpusthomisticum.org/cmt17.html
Por su parte, Anselmo de Laon o Laudunense (1050?-1117) escribió:
Aliter dicitur, quia Jerosolymis quaedam porta erat, quae Foramen acus dicebatur, per quam camelus, non nisi deposito onere et flexis genibus transire non poterat, per quam significantur divites, non posse intrare viam aretam, quae ducit ad vitam, nisi divitiis saltem non amando depositis, et sordibus peccatorum renuntiatis, et cordibus per humilitatem contritis (PL 162.1415A).
Volume 162 Anselmi Laudunensis http://books.google.com/books?id=bfEQAAAAYAAJ
Hasta este momento no he hallado alguna referencia en las obras de Teofilacto a la interpretación que se le atribuye. ¡Es probable que sea erróneo seguir atribuyendo a Teofilacto una interpretación igualmente errónea!
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[1] William Barclay, Comentario al Nuevo Testamento (Barcelona: CLIE, 2006), 154.
[2] George Nugent, Lands, classical and sacred (2a ed.; Londres: Charles Knight, 1946), 188 http://books.google.com.pe/books?id=QHsBAAAAQAAJ&source=gbs_navlinks_s
[3] Gordon D. Fee y Douglas Stuart, La lectura eficaz de la Biblia (Miami: Vida, 1985), 18-19; también David E. Garland, Mark (NIVAC; Grand Rapids: Zondervan, 1996), 401. Un comentario reciente también atribuye a Teofilacto esta interpretación: Steven A. Crane, Marveling with Mark: A Homiletical Commentary on the Second Gospel (Wipf & Stock, 2010), 241.
[4] Cf. G. Ernest Wright, “Questions sent to the Editor” en BA 8.1, (Febrero, 1945): 18. Para una descripción de las puertas de Jerusalén durante la Edad Media consultar Adrian J. Boas, Jerusalem in the time of the crusades: Society, landscape and art in the Holy City under Frankish rule (New York; Londres: Routledge, 2001), 49-68.

miércoles, 22 de julio de 2009

Peligro al criticar las falacias exegéticas



Quién no recuerda a los ancianos criticones de los muppets. Sólo se dedicaban a criticar. Verlo en los muppets era gracioso. Pero, no lo es cuando sucede en la iglesia. Tampoco en la exégesis. Hay quienes piensan que es divertido analizar las falacias cometidas por algunos predicadores. En mi caso, me resulta trágico, doloroso. Uno de mis autores favoritos es el Dr. D. A. Carson, profesor de Nuevo Testamento en Trinity Evangelical Divinity School en Deerfield, Illinois. Su valioso libro Exegetical Fallacies cambió profundamente mi modo de entender la exégesis.


Precisamente en este libro, el Dr. Carson advierte del peligro que acarrea el estudio de las falacias cometidas en la exégesis y la crítica.

Lo primero es que el negativismo persistente es espiritualmente peligroso. La persona que se traza como ambición de su vida el descubrir todo lo que es incorrecto —ya sea incorrecto con la vida o alguna parte de ella, como la exégesis—se expone a la destrucción espiritual. La gratitud a Dios tanto por las cosas buenas como por Su protección y propósito soberanos aún en las cosas malas, será la primera virtud a seguir. A esto le seguirá rápidamente la humildad, cuando el crítico, muy bien informado acerca de los defectos y la falacias (¡especialmente las de otros!), llega a sentirse superior a quienes él critica. La competitividad espiritual no es una virtud cristiana. El constante negativismo es un alimento que proporciona muchas calorías al orgullo. No he observado que los estudiantes de seminario, por no decir conferencistas de seminario, estén especialmente exentos de este peligro.[1]

Con gratitud a Dios y humildad debemos continuar con la tarea de la exégesis. Y si corresponde exponer las falacias cometidas, que Dios guarde nuestro corazón. Y, en todo, que Dios sea glorificado.


Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; Mas con los humildes está la sabiduría.
Pr. 11.2

Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.
1P. 4.11


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[1] D. A. Carson, Exegetical Fallacies (2ed.; Grand Rapids: Baker, 1996), 22.

lunes, 13 de julio de 2009

Falacias Exegéticas y predicadores de la prosperidad

Realmente no estoy seguro qué es peor, (1) saber un poco de hebreo y/o griego, o (2) no saber hebreo y/o griego. En algunos casos, es mejor saber algo de ambos idiomas. En otros, resulta peligroso cuando tal escaso conocimiento está en manos de alguien que lo usa para legitimar sus ideas aseverando que “así dice en hebreo y/o griego.”
En el vídeo, se aprecia al predicador Guillermo Maldonado cometer por lo menos 4 falacias, ¡en 10 minutos de vídeo! Y todo esto, a fin de buscar asidero para su “evangelio” de prosperidad.
  1. Transferencia ilegítima de la totalidad (illegitimate totality transfer), consiste en “importar de forma no permitida el rango semántico entero de una palabra a dicha palabra en un contexto concreto.”[1] Maldonado asume que en el texto que expone (Hag. 2.7-9) la palabra כָּבוֹד contiene todos sus significados.
  2. Falacia de apelar a la raíz, cuando afirma que “Dios es pesado” (¿?) porque כָּבוֹד significa “pesado.”
  3. Uso selectivo de significado, cuando atribuye el significado de “riqueza” a la palabra "gloria" en 2Co. 4.17 donde aparece la expresión “peso de gloria” (gr. βάρος δόξης que significaría “llenura de gloria”, cf. BDAG, 167), cuando la palabra riqueza no figura en el rango de significados para δόξα (BDAG, 256-8). Además el contexto de 2Co. 4.17 descarta rotundamente que se trate de bienes materiales y temporales, pues el versículo siguiente (v. 18) dice: “no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.” ¿Qué tiene que ver este texto con riquezas? (¡!).
  4. Ignorar el ¡¡¡contexto!!!, como resultado de ignorar el contexto se cometen las falacias aquí mencionadas.





Parece divertido, pero no lo es. Más bien, resulta una tragedia escuchar una serie de falacias exegéticas que para remate son ovacionadas por la audiencia en señal de asentimiento.
Actualización: agradezco al hermano Luis Rodas por tener la gentileza de reproducir este artículo en su excelente y muy visitado blog Es hora de ser real.
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[1] D. A. Carson, The Difficult Doctrine of the Love of God (Wheaton: Crossway, 2000), 28; ver también idem, Exegetical Fallacies (2a ed.; Grand Rapids: Baker Books, 1996), 60-1; Grant R. Osborne, The Hermeneutical Spiral: A Comprehensive Introduction to Biblical Interpretation (2a ed.; Downers Grove: InterVarsity, 2006), 84.