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lunes, 9 de diciembre de 2013

La concepción virginal

Estamos cerca de las celebraciones por la Navidad, y de una u otra manera las personas se alistan para ello. En el mundo académico también se reviven algunos temas. Luego de más de 2000 años, Jesús sigue y seguirá siendo el centro de debates. Lo curioso es que en el mundo evangélico-protestante está habiendo cierto debate acerca de la concepción virginal de Jesús.
Larry Hurtado hace poco hizo referencia a un libro de Andrew Lincoln publicado este año Born of a Virgin? Reconceiving Jesus in the Bible, Tradition and Theology (“¿Nacido de una Virgen? Reconcibiendo a Jesús en la Biblia, la Tradición y la Teología”, SPCK, 2013). Para Lincoln interpretar literalmente la concepción virginal de Jesús puede ser problemático. De acuerdo a Lincoln, la idea de una concepción virginal aparece explícitamente sólo dos escritos del Nuevo Testamento: los relatos del nacimiento de los evangelistas Mateo y Lucas. Puesto que Pablo supuestamente no habla acerca de esto, Lincoln concluye que Pablo no conocía de esta idea, tampoco Juan en su evangelio ni el autor de Hebreos. Para Lincoln, esto indicaría una variedad de puntos de vista acerca del nacimiento de Jesús entre los escritores del Nuevo Testamento. Esto no es convincente, se basa en el silencio. Que no haya mencionado algo Pablo no necesariamente significa que no lo haya creído. Lincoln también observa que las dos narrativas del nacimiento de Jesús registradas en Mateo y Lucas son independientes entre sí. Para Lincoln hay poco material compartido a excepción de los personajes: Jesús, María y José. Por ejemplo, los sueños de José, los magos, la estrella, el rey Herodes, la muerte de los infantes, la huida a Egipto todas pertenecen a Mateo, pero ninguna aparece en Lucas. El anuncio a María, los pastores, el coro de ángeles, el viaje por el censo, pertenecen a Lucas pero no a Mateo. A mi juicio, aunque Mateo y Lucas tengan relatos diferentes eso no significa que sean contradictorios. Además, a pesar de las diferencias señaladas, justamente lo sorprendente es que Mateo y Lucas coincidan en lo que es motivo del debate concepción virginal (¡!). Lincoln señala que a menudo cuando se narraba la biografía durante la era romana el nacimiento de figuras importantes estaba caracterizado por fenómenos especiales/maravillosos, e incluso participaba una deidad. Así, según Lincoln, Mateo y Lucas añadieron esos acontecimientos milagrosos que podrían ser tomados como un ejemplo de “literaturización” de la narrativa de Marcos del ministerio de Jesús, dándole una forma biográfica. Para Lincoln, las narrativas del nacimiento de Jesús están condicionadas históricamente.
Scot McKnight también comenta el trato que hace Mike Bird de la concepción virginal de Jesús en su libro Evangelical Theology (“Teología Evangélica”, Zondervan, 2013). McKnight afirma que esta doctrina es explícita en Mt. 1:18-25 y Lc. 1:27,34-35. Bird sugiere que es posible que Gl. 4:4; Mr. 6:3 y Jn. 8:41. McKnight comenta que no entiende por qué la ausencia de esta idea en Pablo significa que Pablo no creía en ella. Esto también podría decirse de lo que afirma Lincoln. ¿Cuántos autores del Nuevo Testamento deben hablar de esta doctrina para que sea afirmada y creída? Coincido con McKinight en que negar la concepción virginal es abandonar el cristianismo ortodoxo.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Jesús y el ángel del Señor

Los estudios cristológicos a veces incluyen como una manifestación del Hijo prexistente a la aparición del Ángel del Señor en el AT. Sin embargo, siempre existe la preocupación por los problemas ontológicos que esto conlleva. Parece que Tertuliano ya se enfrentaba a problemas de este tipo. Tertuliano (De carne Christi 14) tuvo cuidado de hacer esta distinción entre ontología y funcionalidad, es decir que el Hijo es presentado como ángel en tanto oficio y no en tanto su naturaleza:
…dictus est quidem magni consilii angelus, id est nuntius, officii non naturae vocabulo… 
Esto nos advierte del cuidado que se debe tener con las categorías filosóficas. El Ángel del Señor es prácticamente sinónimo del Señor (S. R. Driver 1906: 318) en un texto como Malaquías 3:1 (es probable que el vav allí sea epexegético, cf. Andrew E. Hill 1974: 269). Es muy significativo que el NT ve el cumplimiento de esta profecía en Jesucristo (Mt. 11:10; Mr. 1:2; Lc. 1:76; 7:27). Creo que las preocupaciones filosóficas son más nuestras que de los escritores bíblicos. Los textos angelomórficos más bien contribuyen a una cristología que defiende la deidad de Cristo.

lunes, 9 de julio de 2012

Larry Hurtado y uno de sus primeros artículos acerca de Bousset disponible en línea

Larry Hurtado es uno de los eruditos de primer nivel que me ha impactado, especialmente al analizar y criticar la obra de Wilhelm Bousset endosada por Rudolf Bultmann. En otra oportunidad señalé su monumental obra Lord Jesus Christ: Devotion to Jesus in Earliest Christianity. Esta vez nos deleita informándonos que uno de sus primeros artículos académicos criticando la influencia de Bousset está disponible en internet: Larry W. Hurtado, “New Testament Christology: A Critique of Bousset’s Influence,” Theological Studies 40 (1979): 306-17 (la ruta para este artículo es http://www.ts.mu.edu/content/40/40.2/40.2.4.pdf). Este artículo y muchos otros artículos de Theological Studies están disponibles en internet en su página web (http://www.ts.mu.edu/) para ser descargados en formato PDF. Se cliquea en el enlace “Past Content”.
 

domingo, 24 de abril de 2011

La resurrección de Cristo y la regeneración

De acuerdo a Wayne Grudem, la resurrección de Cristo asegura la regeneración del creyente:

Pedro dice que “por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva” (1 P 1:3). Aquí se relaciona explícitamente la resurrección de Jesús con nuestra regeneración o nuevo nacimiento. Cuando Jesús se levantó de entre los muertos tenía una nueva calidad de vida, una “vida de resurrección” en un cuerpo y espíritu humanos que eran perfectamente apropiados para obediencia y compañerismo con Dios para siempre. En su resurrección, Jesús ganó para nosotros una vida nueva como la suya. No recibimos todo lo de esa nueva “vida de resurrección” cuando nos hacemos cristianos, porque nuestros cuerpos permanecen como eran, sujetos todavía a la debilidad, el envejecimiento y la muerte. Pero en nuestro espíritu somos vivificados con el nuevo poder de la resurrección. De manera que es por medio de su resurrección que Jesús ganó para nosotros la nueva clase de vida que recibimos cuando “nacemos de nuevo”. Esta es la razón por la que Pablo puede decir que Dios “nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados! Y en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó” (Ef 2:5-6; cf. Col 3:1). Cuando Dios resucitó a Cristo de entre los muertos, nos consideró en cierta forma resucitados “con Cristo” y, por tanto, merecedores de los méritos de la resurrección de Cristo. Pablo dice que su meta en la vida es “conocer a Cristo, experimentar el poder que se manifestó en su resurrección...” (Fil 3:10). Pablo sabía que aun en esta vida la resurrección de Cristo le daba un poder nuevo para el ministerio cristiano y la obediencia a Dios.[1]
En nuestra congregación, la iglesia bautista de Fe, disfrutamos de un hermoso tiempo celebrando a Jesucristo. Tuvimos ocho hermanos obedeciendo a Cristo pasando por las aguas del bautismo que ilustra  oportunamente la verdad de la relación entre resurrección y regeneración (cf. Romanos 6.1-11). ¡Espero que hayan tenido un Feliz Domingo de Resurrección 2011!
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[1] Wayne Grudem, Teología Sistemática (Miami: Vida, 2007), 645-646.

sábado, 23 de abril de 2011

John Piper: Cincuenta razones del porqué Jesús vino a morir

En su libro La Pasión de Jesucristo (en inglés Fifty Reasons Why Jesus Came to Die]), el pastor John Piper nos recuerda 50 razones por las cuales Jesucristo vino a morir en una cruz:

1 Para absorber la ira de Dios
2 Para complacer a su Padre celestial
3 Para aprender obediencia y ser perfeccionado
4 Para lograr su propia resurrección de entre los muertos
5 Para mostrar la riqueza del amor y la gracia de Dios por los pecadores
6 Para mostrar su propio amor por nosotros
7 Para cancelar las demandas de la Ley contra nosotros
8 Para convertirse en rescate por muchos
9 Para el perdón de nuestros pecados
10 Para proveer la base de nuestra justificación
11 Para completar la obediencia que se convierte en nuestra justificación
12 Para cancelar nuestra condenación
13 Para abolir la circuncisión y todos los rituales como base de la salvación
14 Para llevarnos a la fe y mantenernos fieles
15 Para hacernos santos, intachables y perfectos
16 Para darnos una clara conciencia
17 Para obtener todas las cosas que son buenas para nosotros
18 Para sanamos de enfermedades morales y físicas
19 Para dar vida eterna a todo el que cree en Él
20 Para redimirnos del presente siglo malo
21 Para reconciliarnos con Dios
22 Para llevarnos a Dios
23 Para que podamos pertenecer a Él
24 Para darnos seguro acceso al Lugar Santísimo
25 Para convertirse para nosotros el lugar donde nos reunimos con Dios
26 Para poner fin al sacerdocio del Antiguo Testamento y convertirse en el Sumo Sacerdote eterno
27 Para ser un sacerdote compasivo y competente
28 Para librarnos de la futilidad de nuestro linaje
29 Para librarnos de la esclavitud del pecado
30 Para que pudiéramos morir al pecado y vivir a la justicia
31 Para que muriésemos a la Ley y llevemos frutos para Dios
32 Para que podamos vivir para Cristo y no para nosotros
33 Para hacer de su cruz la base sobre la cual nos gloriamos
34 Para que podamos vivir por fe en Él
35 Para dar al matrimonio su más profundo significado
36 Para crear un pueblo celoso de buenas obras
37 Para llamarnos a seguir su ejemplo de humildad y valioso amor
38 Para crear una legión de seguidores crucificados
39 Para librarnos de la esclavitud del miedo a la muerte
40 Para que estuviésemos con Él inmediatamente después de la muerte
41 Para asegurar nuestra resurrección de entre los muertos
42 Para desarmar a los principados y a las potestades
43 Para desatar el poder de dios en el evangelio
44 Para destruir la hostilidad entre las razas
45 Para rescatar a las personas de todo linaje, lengua, pueblo y nación
46 Para reunir a sus ovejas dispersas por mundo
47 Para rescatarnos del juicio final
48 Para alcanzar su gozo y el nuestro
49 Para que seamos coronados con gloria y honor
50 Para mostrarnos que el peor mal Dios lo encamina a bien

martes, 19 de abril de 2011

Importancia de la resurrección de Cristo

Al acercarnos al Domingo de Resurrección, estoy releyendo los siempre emocionantes relatos bíblicos de la resurrección del Señor Jesús. También, estoy revisando principalmente dos estudios dedicados a ello. El trabajo de George E. Ladd y el voluminoso estudio de N. T. Wright. 
El apóstol Pablo destaca la relevancia del hecho de la resurrección de Jesucristo en los siguientes términos:
14 y si Cristo no ha resucitado, vana es entonces nuestra predicación, y vana también vuestra fe. 15 Aún más, somos hallados testigos falsos de Dios, porque hemos testificado contra Dios que Él resucitó a Cristo, a quien no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. 16 Pues si los muertos no resucitan, entonces ni siquiera Cristo ha resucitado; 17 y si Cristo no ha resucitado, vuestra fe es falsa; todavía estáis en vuestros pecados. 18 Entonces también los que han dormido en Cristo han perecido.
1 Corintios 15:14-18 (LBLA)

No cabe duda que la resurrección está en el centro de nuestra fe. Y, como dice el profesor Ladd:
Empero si Jesús no resucitó, la historia de la redención termina en el callejón sin salida de una tumba palestina. Entonces resulta que Dios no es el Dios vivo, ni es el Dios de los que viven, como dijo Jesús (Mr. 12:27). La muerte es más poderosa que Dios; la muerte es más poderosa que la palabra de Dios. Se demuestra que los actos de Dios son vanos ante el mayor enemigo del hombre: la muerte. No se puede descartar la resurrección y al tiempo aceptar el testimonio de la Biblia tocante a la historia de la redención.[1]
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[1] George E. Ladd, Creo en la resurrección de Jesús (Miami: Caribe, 1977), 189.

Otros breves artículos que publiqué sobre la resurrección son:
Las mujeres y la resurrección
Martin Hengel y la resurrección de Jesús

Testigos de la resurrección

Es evidente que la palabra “testigo” (μάρτυς) en el libro de los Hechos retiene la carga semántica de trasfondo legal. El testigo es alguien que certifica la ocurrencia de un hecho, y lo único que cuenta es su palabra. La prueba del testimonio es que la palabra dada corresponda con la realidad. Pero, ante un hecho irrepetible y pretérito, el testimonio cristiano firma su declaración con la sangre. El testigo está frente a todos nosotros trayéndonos el bendito mensaje del Jesús resucitado. Me llama muchísimo la atención que en el libro de los Hechos el sustantivo μάρτυς está íntimamente relacionado con la proclamación del Cristo vivo: Hch 1.3 cf. 1.8; 1.22; 2:32; 3:15; 5:32; 10:39,41; 13:31.
El Dr. George E. Ladd, en su refinado estilo, lo expresa así:
El hecho de que la resurrección continuó siendo el punto central de la proclamación de los cristianos se comprueba por las reseñas de sermones posteriores. Cuando el evangelio fue llevado a los gentiles por vez primera, Pedro hizo a Cornelio una brevísima declaración tocante a la vida y la muerte de Jesús. Luego afirmó: "A éste levantó Dios al tercer día, e hizo que se manifestase; no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había ordenado de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de los muertos". (Hch. 10: 40-41). Pedro dio testimonio, no sólo de la resurrección, sino de la reanudación de su propia experiencia de comunión con el Señor resucitado.[1]

Celebremos la resurrección de Nuestro Salvador, y agradezcamos a Dios por el testimonio apostólico que tiene la impronta de la sangre.


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[1] George E. Ladd, Creo en la resurrección de Jesús (Miami: Caribe, 1977), 54.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Martin Hengel y el desarrollo de la devoción por Cristo

Martin Hengel critica la postura que Wilhelm Bousset defendió con respecto al origen de la devoción por Cristo:
Ya no se puede simplemente repetir lo que dice Bousset, cuando afirma que 'donde el apóstol apela a la tradición, no es la tradición de Jerusalén, sino principalmente se trata de la tradición de la comunidad cristiana gentil de Antioquía', y 'sólo indirectamente la de la comunidad de Jerusalén'.

Y, frente a lo que se cree de un largo y lento desarrollo, Hengel añade:
Al principio no hubo un 'desarrollo muy rápido', sino una 'explosión'.[1]
Frente a los datos históricos, la crítica de Hengel es demoledora.

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[1] Martin Hengel y Anna Maria Schwemer, Paul between Damascus and Antioch: The Unknown Years (Lousville: Westminster John Knox, 1997), 283-284.

sábado, 27 de junio de 2009

Leyendo a Larry W. Hurtado


Estoy leyendo el libro del Dr. Larry W. Hurtado, Lord Jesus Christ: Devotion to Jesus in Earliest Christianity (hay traducción en español: Señor Jesucristo. La devoción a Jesús en el cristianismo primitivo por la editorial Sígueme). El Dr. Hurtado (BA MA PhD FRSE) es profesor de Lengua, Literatura y Teología del Nuevo Testamento en la Universidad de Edimburgo, Escocia. Es director del Centro para el Estudio de los Orígenes Cristianos.
Hasta donde he leído, el Dr. Hurtado muestra una extraordinaria erudición en el manejo de la literatura primaria. Esta monumental obra (653 págs. de texto) es lectura obligatoria para quien desee estudiar los orígenes del cristianismo. Además, podría considerarse que Lord Jesus Christ se constituirá en la obra estándar sobre el tema.

Para algunas reseñas (en inglés) ver aquí (RBL) y aquí.

sábado, 31 de enero de 2009

Cullmann: cristología y primeros cristianos

Oscar Cullmann considera la prioridad de la cristología entre los primeros cristianos. Cullmann basa su tesis en observaciones que merecen prestarse atención:
Si la teo-logía es la ciencia que tiene por objeto a Dios (θεός), la cristología es la ciencia que tiene por objeto a Cristo, su persona y su obra. Normalmente se considera la cristología como una subdivisión de la teología en sentido etimológico. Esta costumbre ha influido a menudo en la imagen que historiadores y teólogos ofrecen de la fe de los primeros cristianos: comienzan exponiendo su idea sobre Dios y sólo en segundo lugar hablan de sus convicciones cristológicas. Este es el orden que siguen generalmente los antiguos tratados de teología del nuevo testamento.
En esta forma de plantear el problema ha influido el orden que han seguido las confesiones de fe posteriores: da la impresión de que la Iglesia primitiva se ha interesado en primer lugar por Dios y sólo en segundo lugar por Cristo. Pues bien, eso no es cierto: la misma extensión de cada uno de los artículos (el de Cristo es mucho más largo que el de Dios) bastaría ya para ponerlo en evidencia. Por otra parte, puede demostrarse que las fórmulas de fe cristiana más antiguas desconocen el orden trinitario de las confesiones posteriores (Dios, Cristo, Espíritu santo). Estas antiguas confesiones tienen más bien una tendencia exclusivamente cristológica: no había entonces, como ocurrirá en las confesiones de fe más tardías, una separación entre los
artículos primero y segundo.
De esta división posterior surgió la idea equivocada de que, para los primeros cristianos, la obra de Cristo no tenía nada que ver con la creación, sino tan sólo con la redención (Cristo sólo sería redentor, no creador). Pues bien, contra eso, debemos afirmar que los primeros cristianos no podían concebir el mundo sin relacionarlo con su fe en Jesucristo. Además, casi todas las primeras confesiones constan de un solo artículo: el cristológico. Una de las raras confesiones de fe del nuevo testamento que mencionan a la vez a Cristo y a Dios Padre es la de 1 Cor 8, 6 y, significativamente, ignora la distinción entre Dios Creador y Cristo Redentor. Se centra, más bien, en la creación, conforme a estos dos artículos: “Un solo Dios, el Padre, de quien vienen todas las cosas y por quien somos, y un solo Señor Jesucristo, por quien todas las cosas son, y por quien nosotros también somos”. Tanto Dios como Cristo tienen que ver con la creación. [1]
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[1] Oscar Cullmann, Cristología del Nuevo Testamento (Salamanca: Sígueme, 1998), 53-54.