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sábado, 10 de septiembre de 2011

Los nombres escritos en el libro de la vida ¿desde cuándo? (Apocalipsis 13:8 y 17:8)


Es una idea popular que los nombres escritos en el libro de la vida Dios los escribe en el momento de la conversión. Algunos evangelistas sugieren a las personas que están dispuestas a hacer una profesión de fe que oren pidiendo que Dios escriba el nombre en el libro de la vida.
Aunque popular, parece que esta idea es diferente a lo que se afirma en el libro de Apocalipsis:
καὶ προσκυνήσουσιν αὐτὸν πάντες οἱ κατοικοῦντες ἐπὶ τῆς γῆς, οὗ οὐ γέγραπται τὸ ὄνομα αὐτοῦ ἐν τῷ βιβλίῳ τῆς ζωῆς τοῦ ἀρνίου τοῦ ἐσφαγμένου ἀπὸ καταβολῆς κόσμου.
Τὸ θηρίον ὃ εἶδες ἦν καὶ οὐκ ἔστιν καὶ μέλλει ἀναβαίνειν ἐκ τῆς ἀβύσσου καὶ εἰς ἀπώλειαν ὑπάγει, καὶ θαυμασθήσονται οἱ κατοικοῦντες ἐπὶ τῆς γῆς, ὧν οὐ γέγραπται τὸ ὄνομα ἐπὶ τὸ βιβλίον τῆς ζωῆς ἀπὸ καταβολῆς κόσμου, βλεπόντων τὸ θηρίον ὅτι ἦν καὶ οὐκ ἔστιν καὶ παρέσται (Ap 13:8; 17:8 NA27)
Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo
La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será. (Ap 13:8; 17:8 R60)
E. L. Carballosa comenta la expresión ἀπὸ καταβολῆς κόσμου que aparece en Ap 13:8, y Ap 17:8 en conexión con los nombres escritos en el libro de la vida:
Otra importante observación que debe hacerse tiene que ver con la frase “desde la fundación del mundo” o “desde el principio del mundo” (apò katabolêis [sic] kósmou). La frase no se refiere al comienzo de la historia de la humanidad, sino que tiene que ver con “la fundación del orden visible total en la que la creación está representada como un vasto edificio bajo las manos del Arquitecto Divino”. Dicha frase, además, está conectada con la expresión “no está escrito” (ou gégraptai), es decir, el nombre de cada uno de los adoradores de la bestia “no está escrito desde la fundación del mundo en el libro de la vida del Cordero”. La implicación es la siguiente: En el libro de la vida del Cordero están inscritos los nombres de todos los que han puesto su fe en el Mesías. Esa inscripción “fue hecha posible por la anticipación de la futura muerte del cordero en beneficio de ellos”. Este punto de vista es apoyado por el hecho de que en Apocalipsis 17:8, Juan se refiere de nuevo a “los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida…”. Aquellos cuyos nombres sí están inscritos en el libro de la vida del Cordero son los mismos que fueron escogidos por él antes de la fundación del mundo (Ef. 1:4).[1]
Ha habido debate acerca de si la frase preposicional ἀπὸ καταβολῆς κόσμου “desde la fundación del mundo” de Ap 13:8 modifica a (1) γέγραπται “estaban escritos”[2] o a (2) τοῦ ἐσφαγμένου “que fue inmolado”[3]. El orden de palabras favorece a (2), que la frase preposicional ἀπὸ καταβολῆς κόσμου modifica a la cláusula más cercana que es la cláusula relativa τοῦ ἐσφαγμένου.[4] Pero, parece que el uso de la misma frase Ap 17:8, en donde sin lugar a dudas modifica a γέγραπται, es decisivo en la interpretación de este texto. Así que, parece probable que la frase preposicional ἀπὸ καταβολῆς κόσμου modifica a γέγραπται.[5] Esta frase revela un punto de vista predestinacionista similar al expresado en Ef 1:4. John F. Walvoord opina que:
Algunas referencias la libro de la vida parecen indicar que es el libro de los vivientes, a saber, de todos los nacidos en el mundo, y que aquellos quienes no confían en Cristo son borrados de éste libro dejando sólo a aquellos quienes son salvos.[6]
El uso de esta expresión en el Antiguo Testamento, y de un modo particular en el libro del Éxodo (Éx 32.32-33) como también en el Antiguo Medio Oriente y el mundo greco-romano, favorece la opinión manifestada por Walvoord.[7]
De lo observado en estos textos, en Apocalipsis se indica que los nombres de los creyentes están escritos desde la fundación del mundo. 


[1] Evis L. Carballosa, Apocalipsis: La consumación del plan eterno de Dios (Grand Rapids: Portavoz, 1997), 260.
[2] LBA, Swete, Caird, Johnson, Chilton, Aune, Walvoord, Thomas.
[3] R60, Charles, Morris, Harrington, Beasley-Murray, Mounce, Wall, Michaels, Beale.
[4] Así Grant R. Osborne, Revelation (BECNT; Grand Rapids: Baker Academic, 2002), 503.
[5] Cf. Robert G. Bratcher y Howard Hatton, A Handbook on the Revelation to John (New York: United Bible Societies, 1993), 198-199.
[6] John F. Walvoord, The Revelation of Jesus Christ (Chicago: Moody, 1966), 202.
[7] Así, Douglas K. Stuart, Exodus (NAC 2; Nashville: Broadman & Holman Publishers, 2006), 684-688. Cf. Bruce Wells, “Exodus” en John H Walton, Zondervan Illustrated Bible Backgrounds Commentary (Old Testament) Volume 1: Genesis, Exodus, Leviticus, Numbers, Deuteronomy (Grand Rapids: Zondervan, 2009), 261.

sábado, 23 de octubre de 2010

Carballosa y el significado de ὄρος (“montes”) en Ap 17.9


Comentando Ap 17.9,10, el Dr. Carballosa asevera lo siguiente:
Un detalle que debe observarse es que Roma está ubicada sobre colinas o collados (bounós) que es una elevación menor que una montaña (véase Lc. 3:5; 23:30). El vocablo “montes” en Apocalipsis 17:9 es órei (plural de óros). Este vocablo se usa generalmente para referirse a un monte alto o montaña (véanse Mt. 5:14; Lc. 9:28; Ap. 6:16). De modo que el uso del vocablo “montes” (óros) como símbolo de un reino es perfectamente apropiado.[1]
Aquí tenemos el texto griego de Ap 17.9:

δε νος χων σοφαν. Α πτ κεφαλα πτ ρη εσν, που γυν κθηται π ατν. κα βασιλες πτ εσιν·
Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer,

El Dr. Carballosa es un expositor que defiende la autoridad de las Sagradas Escrituras que sobresale por su insistencia en la sana exégesis. Sin embargo, hay  algunos problemas con el manejo de la semántica por parte del Dr. Carballosa en Ap. 17.9.
  1. No se presenta evidencia de escritores griegos en donde a las colinas de Roma se les haya llamado βουνς.
  2. Hubiera sido conveniente citar algún diccionario que certifique que a las colinas de Roma se les haya llamado βουνς. 
  3. Un detalle que no se toma en cuenta es que ὄρος significa tanto “monte” como “colina”[2]. Además, se debe señalar que la terminología topográfica es un tanto relativa (cf. NETBible). 
  4. Por otro lado, Estrabón usa la palabra ρος para referirse a dos de las colinas de Roma (Geographica 5.3.7.11: τ Καίλιον ρος κα τ βεντνον ρος). Dio Casio denomina precisamente a las colinas de Roma con la palabra ὄρος  (Historiae Romanae 53.27.5: ἐν τῷ Παλατίῳ ὄρει)[3]. 
  5. No se toma en cuenta que los autores latinos usan intercambiablemente collis (“colina, collado”) con mons (“monte, montaña”) cf. Horacio, Carmen Saeculare 7: septem placuere colles; Tibullo, Elegiae 2.5.55-56: de septem montibus herbas; Varro, De Lingua Latina 6.24.6: septem montibus. 
  6. Un fenómeno interesante es que Varro en su De Lingua Latina 6.24.5 denomina a la ubicación de Roma como Septimontium, y Suetonio en su De Vita Caesarum (Vida de Domiciano 4.5) con referencia a Roma como Septimontia. 
  7. Lo llamativo es que el Dr. Carballosa a lo largo de su comentario ha interpretado literalmente (como una referencia topográfica) todas las otras 6 apariciones de la palabra ὄρος en el Apocalipsis (Ap 6.14,15,16; 8.8; 14.1; 16.20; 21.10). Y, sólo en este pasaje interpreta la palabra ὄρος simbólicamente.
Vemos que la tarea exegética exige indagaciones en el campo de la semántica que pueden resultar tediosas. Pero, como el mismo Dr. Carballosa afirma:
un digno enfoque del Apocalipsis debe dar seria consideración a una exégesis profunda del texto que no escatime esfuerzos por estudiar las cuestiones pertinentes al mensaje del libro.[4]
Estas observaciones sugieren que la expresión πτ ρη (“siete montes”) puede probablemente referirse a Roma. Y esta interpretación no es necesariamente una postura que adolezca de “serios defectos y problemas exegéticos”. Nuestra falibilidad exige una revisión, y en algunos casos corrección, constante de nuestras investigaciones.

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[1] Evis L. Carballosa, Apocalipsis: La consumación del plan eterno de Dios (Grand Rapids: Portavoz, 1997), 334.
[2] Cf. LSJ, 1255; BDAG, 724; Friberg, 285; TLNT 2:597; TDNT 5:475; EDNT 2:534; NIDTT. Esto es correctamente reconocido por G. K. Beale, The Book of Revelation (NIGTC; Grand Rapids: Eerdmans, 1999), 868. Debe notarse que el Dr. Beale no identifica los siete montes con Roma por otras razones, sin apelar al significado ὄρος.
[3] Cf. Werner Foerster, TDNT 5:475.
[4] Carballosa, Apocalipsis, 16.

martes, 1 de septiembre de 2009

E. Carballosa y el Género del Apocalipsis


Al interpretar un texto de la Biblia, se debe precisar el género literario al cual pertenece. Cosa no tan fácil con el libro del Apocalipsis. La cuestión del género al que pertenece dicho libro es muy debatida. Al inicio del libro se sugiere que “pertenece a tres tipos de obras literarias, o sea lo apocalíptico, lo profético y lo epistolar”[1]. Ya me he referido al Dr. Carballosa (aquí, y las vídeo-conferencias sobre Apocalipsis están disponibles aquí). El Dr. Carballosa afirma lo siguiente con respecto al género del libro del Apocalipsis:
El libro pertenece al género apocalíptico. Este tipo de literatura posee las siguientes características: (1) El mensaje se comunica a través de símbolos y visiones; (2) la presencia de un mensajero celestial que declara o interpreta el significado de dichos símbolos; (3) la fuerza del mensaje es eminentemente profética y, más aún, escatológica; y (4) esta literatura se escribió primordialmente en un entorno exílico. En ese sentido, el Apocalipsis pertenece al mismo género literario que los libros de Daniel, Ezequiel y Zacarías.[2]
Sin embargo, el Dr. Carballosa hace una aclaración:
De ningún modo debe confundirse el Apocalipsis canónico, es decir, que aparece en la literatura inspirada del Nuevo Testamento, con los apocalipsis pseudoepigráficos que circularon entre los judíos y los cristianos de los primeros siglos de nuestra era. Obras tales como el Cuarto Libro de Esdras, el Libro de Enoc, los Testamentos de los Doce Patriarcas, el Apocalipsis de Baruc, los Oráculos Sibelinos (sic), etc., no fueron escritos bajo la supervisión del Espíritu Santo y, por lo tanto, no caben dentro del Canon Sagrado.[3]
Sin embargo, hay autores que insisten en lo contrario, que el libro del Apocalipsis a pesar de ser un caso singular pertenece a esta clase de apocalipsis.[4]

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[1] George R. Beasley-Murray, Apocalipsis (NCB Siglo Veintiuno, edición electrónica).
[2] Evis Luis Carballosa, Apocalipsis: La consumación del plan eterno de Dios (Grand Rapids: Portavoz, 1997), 15.
[3] Ibid.
[4] Cf. Philipp Vielhauer, Introducción al Nuevo Testamento, los apócrifos y los padres apostólicos (Salamanca: Sígueme, 1991), 496-544.

sábado, 20 de junio de 2009

Apocalipsis: Evis Luis Carballosa

Después de una temporada lejos de Ica y del internet, estoy de vuelta. Aquí he incrustado una serie de vídeos en los cuales el Dr. Carballosa expone el libro del Apocalipsis desde una perspectiva dispensacionalista. Estos videos son compartidos por el Seminario Bíblico William Carey. Aquí está el enlace:
http://video.google.es/videosearch?q=carballosa&emb=0#q=evis+carballosa&emb=0