lunes, 7 de enero de 2019

¿Para qué Dios trajo a los animales a Adán? (Gn. 2:18-20)

El texto dice “para que viese cómo las había de llamar” (2:19). Pero, luego el texto también afirma “mas para Adán no se halló ayuda idónea para él” (2:20). Algunos predicadores han especulado que Dios hizo esto para que Adán viera que todos los animales tenían su pareja. Esto no es sólo producto de la fértil imaginación de tales predicadores. Es una vieja explicación midráshica que se encuentra en Bereshit Rabbah 17:4: “Volvió a hacer desfilar ante él a los animales, de pareja en pareja. Dijo él: «Todos tienen una pareja, pero yo no tengo pareja»”. En realidad esto es solo especulación, pues el texto no dice tal cosa.
Una mejor explicación la ofrece Nahum Sarna
Aquí Él [Dios] asigna al hombre el rol de nombrar animales terrestres, que… es otra forma de expresar el otorgamiento de autoridad y dominio sobre ellos, la idea contenida en 1:28.[1] 
Con respecto a la relación entre nombrar y el señorío, el rabino Umberto Cassuto, quien fuera uno de los más importantes eruditos bíblicos, escribe:
El nombramiento de algo o alguien es una señal de señorío (cf. Números 32:38; 2 Reyes 23:34; 24:17; 2 Crónicas 36:4). El Señor del universo nombró las partes del universo y sus divisiones de tiempo (1:5, 8, 10), y dejó que el hombre determinara los nombres de aquellas criaturas sobre las que le había dado el dominio.[2] 
Los animales no corresponden con el ser humano. Gordon J. Wenham lo expone en los siguientes términos:
Una vez más, la narrativa está sentando las bases para el capítulo. 3, estableciendo el lugar del hombre en el mundo, un poco más bajo que los ángeles y un poco más alto que los animales... Pero, se mencionan [los animales] especialmente en el v. 20 porque son los candidatos más probables para el compañero del hombre y, sin embargo, son tristemente inadecuados.[3] 
El compañerismo con otro ser humano (incluido el compañerismo matrimonial) no puede ni debe sustituirse con la compañía de los animales.

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[1] Nahum M. Sarna, Genesis (Philadelphia: Jewish Publication Society, 1989), 22.
[2] U. Cassuto, A Commentary on the Book of Genesis: Part I, From Adam to Noah (Genesis I-VI 8; trad. Israel Abrahams; Jerusalem: The Magnes Press, The Hebrew University, 1998), 130.
[3] Gordon J. Wenham, Genesis 1-15 (WBC 1; Dallas: Word, Incorporated, 2002), 68.

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