sábado, 23 de junio de 2012

Roger T. Forster y V. Paul Marston: La estrategia de Dios en la Historia Humana [God's Strategy in Human History]

 
Este libro presenta una interpretación alternativa a la calvinista de Romanos 9-11. Pero, no se restringe a esto. En palabras de los autores (p. 3):
Este es un estudio de lo que la Biblia dice acerca de la estrategia de Dios a través de la historia humana. En lo concerniente al conflicto entre el bien y el mal, pero no es una serie de homilías sobre cómo esforzarse en la vida cristiana. Un conflicto, por supuesto, tiene batallas individuales, pero también maniobras y campañas que pueden durar más de un periodo considerable. Es este alcance y estrategia general de la acción de Dios a través de la historia que este libro busca describir desde la Biblia.
Mi impresión es que, tomando las advertencias de James Barr, hay un exceso en el estudio de palabras. Y su argumentación de ciertos detalles me parecen inéditos, pero no convincentes. Quizá, quien lea este libro no será convencido de sus argumentos como el propio F. F. Bruce (agustiniano y calvinista) quien amablemente, como muestra de su actitud irénica, accedió prologar esta obra (p. vii-viii): 
Esto no significa que estoy convencido por todos sus argumentos; ¡quizá mi corazón, como el de Faraón, ha sido “fortalecido”! Sin embargo, eso no es importante, lo importante es que se provee evidencia al lector con la cual puede formar su propio juicio.
Roger T. Foster es líder de Ichthus Christian Fellowship (Comunidad Cristiana Ichthus, que es una iglesia neocarismática).V. Paul Marston es un ministro en la Iglesia Evangélica Metodista Libre. Forster tiene una posición un tanto diferente a los esquemas agustiniano, pues afirma derivar su postura de la enseñanza de la iglesia en sus primeros tres siglos (la salvación es por medio de las obras de la fe en contraste con las obras de la ley, cf. Anthony Daniel Forster O'Sullivan, "Reconciliation and Renewal in Roger T. Forster: the Doctrine of Atonement in the Teaching and Practice of a Restoration Theology", 114-115).

Alexander Andrason y su modelo pancrónico del sistema verbal de la lengua hebrea bíblica


Buscando investigaciones en tesisenred.net, he sido afortunado de encontrarme con la tesis del Dr. Alexander Andrason, “‘Qatal, yiqtol, weqatal y wayyiqtol’: modelo pancrónico del sistema verbal de la lengua hebrea bíblica: con el análisis adicional de los sistemas verbales de las lenguas acadia y árabe”. Bajo la dirección del Dr. Luis Vegas Montaner (Universidad Complutense de Madrid, Facultad de Filología, Departamento de estudios hebreos y arameos). Puede descargarse en PDF aquí. He aquí una muy buena inversión de tiempo.

sábado, 26 de mayo de 2012

Ridderbos: exégesis y honestidad

Que la fe que salva tiene un origen Divino es casi un axioma teológico, por lo menos dentro de la tradición protestante (personalmente me inclino por esta postura que ve la fe como virtud originada en Dios). Sin embargo, por encima de las enrevesadas explicaciones teológicas, Herman N. Ridderbos (1909 – 2007) el gran teólogo holandés, prefiere la sencilla honestidad a la hora de explicar exegéticamente el texto sagrado. Ridderbos, hijo de ministro reformado, creció como reformado, enseñó teología reformada y pasó a la gloria sosteniendo convicciones reformadas. No obstante, eso no significó que Ridderbos considerara como infalible a Juan Calvino.  Con toda libertad Ridderbos manifiesta sus desacuerdos con la exégesis de Seakle Greijdanus (1871-1948). En una nota al pie de su libro El pensamiento del apóstol Pablo comenta los textos de Filipenses 1:29 y Efesios 2:8. He aquí Ridderbos:
Para afirmar que la fe es un don de Dios, por lo general se apela a Fil. 1:29 y Ef. 2:8. Pero dichos textos no son decisivos. Fil. 1:29 dice así: “Porque a vosotros os ha sido dado de gracia (ἐχαρίσθη), a causa de Cristo, no sólo el creer en él (τὸ εἰς αὐτὸν πιστεύειν), sino también el padecer a causa de él”. En sentido estricto, aquí se habla de la gracia objetivamente, no subjetivamente como gracia interna. La gracia consiste en que la iglesia cree en Cristo porque se le ha dado a conocer el evangelio. Esto surge también de la analogía de las palabras finales (“también el padecer a causa de él”). Aquí también se habla objetivamente de la gracia del padecimiento, a saber, como prueba del pertenecer a Cristo, no de la gracia que consiste en la fuerza o la perseverancia en el padecimiento (como cree Calvino, a nuestro juicio erróneamente). Nadie niega que el poder tanto para creer como para padecer viene de Dios, pero eso no está expresado aquí con tantas palabras (así. p. ej., Greijdanus: “La fe es el fruto de la obra de la gracia de Dios en el corazón de sus elegidos, tal como lo expresa aquí el apóstol con toda claridad”, De brief van de apostel Paulus aan de gemeente te Philippi, 1937, p. 166). Tampoco es muy segura la prueba derivada de la conocida expresión de Ef. 2:8: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto (καὶ τοῦτο) no procede de vosotros, es un don de Dios, no procede de las obras para que nadie se jacte”. La pregunta es si la frase καὶ τοῦτο se refiere a toda la declaración precedente o sólo a "por medio de la fe”. Por lo general, los comentaristas optan por lo primero (así, p. ej., Calvino: “non ex vobis: ut... solum agnoscant Deum salutis suae auctorem” (no de vosotros, para... que reconozcan que Dios solo es el autor de su salvación, Ad Efesios en 2:8). Que se escriba καὶ τοῦτο (y esto) y no καὶ αὐτῇ* (y ésta) no es en sí una objeción de peso en contra de la segunda interpretación. Más importante es que οὐκ ἐξ ὑμῶν (no procede de vosotros) -que corresponde con οὐκ ἐξ ἔργων (no procede de las obras)- está relacionado con toda la frase precedente. Con todo, también es posible que οὐκ ἐξ ὑμῶν (no procede de vosotros) no corresponda con οὐκ ἐξ ἔργων (no procede de las obras), sino que οὐκ ἐξ ἔργων (no procede de las obras) se conecte directamente con διὰ πίστεως (por medio de la fe). En tal caso, las palabras “y esto no procede de vosotros, pues es don de Dios” serían como un paréntesis y estarían conectadas con la fe. Al menos habría que aceptar cierta incertidumbre [negritas mías]. [1]
Le agradezco a Dios por personas como Ridderbos. Personalmente he tratado estos textos, sin embargo las observaciones de Ridderbos nos deben alertar a no tener una actitud soberbia con relación a nuestro entendimiento de textos cuya exégesis es debatible.


* En el texto en español del libro de Ridderbos aparece αὐτῇ que es el pronombre personal dativo femenino singular, de donde la expresión καὶ αὐτῇ se traduce “y a ella”. Quizá debe referirse a αὕτη que es el pronombre demostrativo nominativo femenino singular, de donde καὶ αὕτη sí se traduce “y ésta”. Lamentablemente no tengo el original en holandés.
[1] Herman N. Ridderbos, El pensamiento del apóstol Pablo (Grand Rapids: Desafío, 2000), 306 n57.

viernes, 25 de mayo de 2012

En contra del dispensacionalismo

Quizá el título de este artículo ha llamado la atención. No estoy escribiendo en contra del dispensacionalismo (aunque hay temas exegéticos que considero merecen revisión), sino acerca de una forma desacertada de enfrentarlo por parte de algunos.
El debate es saludable y provechoso con relación al dispensacionalismo. Un ejemplo de un tratamiento irénico del dispensacionalismo es el que hace Vern Sheridan Poythress, Understanding Dispensationalists (2a ed. Presbyterian and Reformed: 1993). Se puede leer una versión electrónica aquí.
Pero, de tiempo en tiempo se suscitan ataques furibundos. Ante esta situación, es bueno recordar las palabras de Pablo a Timoteo quien estaba enfrentando no diferencias escatológicas, sino problemas reales de falsa doctrina en franca oposición a la enseñanza apostólica:
24 Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso [οὐ δεῖ μάχεσθαι], sino amable [ἤπιον] para con todos, apto para enseñar, sufrido; 25 que con mansedumbre [ἐν πραΰτητι] corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, 26 y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él.
(2Ti 2:24-1 R60)
Esto lo digo porque cada cierto tiempo, casi como un asunto estacional, se levanta una oleada de ataques vitriólicos en contra de todo lo etiquetado como "dispensacionalismo". Invito a que evitemos la miopía del fustigador que no le permite ver los matices, pues en realidad hay "dispensacionalismos" (llámese clásico, revisado, o progresivo). 
Entre algunos que supuestamente suscriben la teología pactal resulta políticamente correcto lanzar clichés en contra del dispensacionalismo apelando a autores del pasado. Es una tradición hacerlo. Se apela a la interpretación histórica afirmándose que tal o cual cosa era lo que creía la iglesia, mejor dicho la patrística (como si la patrística fuese un conjunto homogéneo de creencias). En esta lógica, los escritores patrísticos equivalen a "la iglesia". 
Se acusa de reciente al dispensacionalismo datado ca. 1830 (una fecha ahora no tan reciente). Es decir, cuanto más añeja y rancia sea una creencia, ergo es verdad. Como si todo lo que ha sobrevivido y tenemos escrito es lo que creyó todo el mundo. Al propio Calvino le acusaron de enseñar doctrinas nuevas, pero eso pasa desapercibido cuando se mira la paja en el ojo ajeno.
Para robustecer el ataque, apellidos como Allis, Hoekema, Berkhof o Boettner vienen al auxilio. Este tipo de apelaciones ad baculum están incompletas sin recurrir a la ridiculización. A veces se acusa a personas que suscriben el dispensacionalismo de ser meros repetidores de enseñanzas del Seminario de Dallas, pero los acusadores caen en lo que critican. Se aceptan a priori y se remedan los argumentos de Dave MacPherson que vinculan a Darby con Margaret MacDonald, o se identifica a Darby con la masonería, etc. Esto me parece ser un argumento naïve. Hay un libro que debe ser lectura obligada para quien desee debatir en buen espíritu cristiano cuestiones relacionadas a Darby: Paul Richard Wilkinson, For Zion's Sake:Christian Zionism and the Role of John Nelson Darby (Milton Keynes:Paternoster, 2007).
Escribo esto para fomentar debates y estudios provechosos, abandonando las falacias argumentativas muy arraigadas y frecuentes entre algunos.