jueves, 10 de junio de 2010

"Pudor", αἰδώς (1 Ti 2.9) II

Con respecto a 1 Ti 2.9, Gordon D. Fee comenta lo siguiente:

Existe abundante evidencia, tanto en el helenismo como en el judaísmo, que equipara el atavío glamoroso con la provocación sexual y la insubordinación de la casada. Efectivamente, para una mujer casada vestirse así en público era equivalente a la infidelidad conyugal (ver, e.g., Sentencias de Sexto 513: “Una esposa a quien le gusta adornarse no es fiel”).[1]


Sí que la vestimenta en aquellos días tenía un significado lo suficientemente claro. El modo de vestir actual también dice más de lo que a veces suponemos.
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[1] Gordon D. Fee, 1 and 2 Timothy, Titus (NIBC; Peabody: Hendrickson, 1988), 71.

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