El Dr. Rodney Decker en su artículo "Preparing to preach" cuenta una historia que vale leerla para tener precaución y no cometamos el mismo error:
Cuando trato de hacer hincapié en el mismo punto a veces les cuento a mis alumnos la historia de un conocido mío que, mientras estaba en el seminario, enseñaba una clase de adultos de la Escuela Dominical. Era grande en su griego y lo usaba con fre-cuencia al enseñar- y no me refiero a su preparación, sino que usaba el griego desde el púlpito. Él se hacía el elocuente un domingo por la mañana y tenía problemas para persuadir a su clase acerca de la interpretación que él estaba dando al texto. Ellos no estaban creyendo su explicación, pero él insistía en que sólo podía ser a su manera porque así dice el griego. Para su ruina, ese día había un visitante desconocido pa-ra él. Después de escuchar pacientemente gran parte de la hora, el visitante final-mente intervino. Dijo en líneas generales: “Te he escuchado tratando de explicar este pasaje, pero tengo que decirte que estás equivocado y que tu clase está en lo correcto. Ellos no pueden refutarte cuando afirmas que tu interpretación es en griego, pero yo leo griego y tus afirmaciones no son válidas”. Aquel visitante tenía un doctorado teológico en lenguas bíblicas de un seminario muy respetado. Escuché esta historia de labios de aquél visitante varios años después cuando lo tuve como mi profesor en otro seminario. (Nunca mencionaba el nombre de aquel maestro de Escuela Dominical, pero yo sí sabía lo suficiente acerca de los dos y de la iglesia involucrada como para reconocer a mi antiguo compañero de clase).
Si no puedes demostrar tu interpretación desde el español a la luz del contexto, ¡es muy probable que estés pisando arena movediza! ¡Lo último que quisieras tener es a un visitante anónimo con un doctorado escuchando tus pontificaciones el cual fi-nalmente deberá levantar la voz para defender lo que dice la Biblia! Ciertamente ésa es una forma muy rápida de perder credibilidad. Sí, las lenguas bíblicas son indis-pensables en tu estudio y preparación. Ellas te capacitarán para trabajar mucho más rápido y con mayor eficiencia, y para recoger detalles que no son fácilmente eviden-tes en una traducción. Pero, debes recordar que estás enseñando/predicando a la gente normal quienes tienen sólo una traducción. Nunca uses el griego (o el hebreo) como un “látigo” (“yo estoy en lo correcto, porque eso es lo que dice el griego”). Por favor úsalos, pero úsalos como herramientas, no como un club de autoridad. Apren-de a comunicar en lenguaje ordinario, si quieres tener un ministerio efectivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario