Me dijo: Hijo de hombre, ponte sobre tus pies, y hablaré contigo. Y luego que me habló, entró el Espíritu en mí y me afirmó sobre mis pies, y oí al que me hablaba. (Ez. 2:1-2)
Podemos hacer algunas observaciones de este texto:
- וַיֹּאמֶר אֵלָי“Me dijo” la comisión viene mediada por la palabra real.
- No le llama por su nombre, sino con el epíteto בֶּן־אָדָם “hijo de hombre” que ocurre 93 veces. Esta forma de referirse al profeta destaca su humanidad (Cooke, 1936:31; Zimmerli, 1979:131; Allen, 2002:38) en contraste con Dios (cf. Is. 31:3; Ez. 28:2), su fragilidad, y por tanto, su condición de esclavo y súbdito.
- El llamamiento de Ezequiel se presenta con terminología de la corte real (Block, 1997:114). Cuando un siervo estaba ante su rey, se postraba ante él y solo se levantaba cuando el rey le ordenaba levantarse. Y, la orden de levantarse y oír era para recibir una comisión que debía obedecerse sin dilación. En este caso, luego de la adoración tenemos la comisión. Nos recuerda que la Gran Comisión (Mt. 28:19-20) también se dio en el contexto de la adoración (Mt. 28:17). No se puede cumplir, como es debido, la comisión si primero no hay adoración.
- Además, es el Espíritu quien alista a Ezequiel para su comisión.