Ἀγαπητέ, περὶ πάντων εὔχομαί σε εὐοδοῦσθαι καὶ ὑγιαίνειν, καθὼς εὐοδοῦταί σου ἡ ψυχή (NA27, 627).
Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así
como prospera tu alma (RV60).
De acuerdo a los proponentes del falso evangelio de la prosperidad financiera (o mammonistas[1]), este texto respaldaría su filosofía. ¿Es cierto que este texto provee tal fundamento para esta ideología? Se debe notar que este proemio (deseo de salud) es una redacción convencional que se puede apreciar también en cartas seculares. Por ejemplo, tenemos las dos cartas de Apión, en las cuales Apión escribe que ora por su padre Epímaco para que tenga salud (ὑγιαίνειν) y que sea prosperado (εὐτυχεῖν).[2] En 3Jn. 2 aparece el verbo εὐοδόω "prosperar, tener éxito"[3]. Este verbo ocurre dos veces en este versículo: εὐοδοῦσθαι infinitivo presente pasivo; εὐοδοῦταί indicativo presente pasivo 3p. En el NT εὐοδόω ocurre en otros dos lugares más:
- Ro. 1.10: εὐοδωθήσομαι indic. fut. pasivo 1p. sing., literalmente un "buen viaje", aunque puede tener un sentido metafórico, es decir, Pablo oraba para tener éxito al llegar a los hermanos en Roma.
- 1Co. 16.2: εὐοδῶται subj. pres. pasivo 3p. sing., metafóricamente con relación a los bienes materiales.
Aunque una persona esté enferma o en una mala situación económica, puede experimentar progreso espiritual, y a la inversa, el éxito material no implica necesariamente un progreso espiritual. En el caso de Gayo, el anciano no tenía dudas de que desearle un bienestar físico comparable a su bienestar espiritual era desearle lo mejor.[4]
Al mismo tiempo, quienes han desarrollado el denominado 'evangelio de la prosperidad' (viz. que Dios quiere que todos sus hijos gocen de salud y riqueza en abundancia) puede hallar en este texto el único fundamento endebel para su posición. Considere estos puntos: (1) ellos dependen, casi en su totalidad, de las promesas de prosperidad en el Antiguo Testamento hechas a la nación de Israel y que no fueron repetidas en el Nuevo Testamento o a los individuos cristianos o a la comunidad cristiana; (2) ellos son insensibles frente a la pobreza y el hambre de muchos creyentes en las naciones en vías de desarrollo, a quienes el evangelio de prosperidad evidentemente no se aplica; (3) ellos pasan por alto el énfasis del Nuevo Testamento en la adversidad más que en la prosperidad como la característica principal de los seguidores del Siervo Sufriente.[5]
La falta de atención a la similitud entre este deseo por salud y su contraparte secular ha producido algunas interpretaciones extrañas de este versículo. Por un lado, algunos eruditos han interpretado las palabras de Juan como queriendo decir que Gayo estaba enfermo y con la necesidad de una intercesión especial. Sin embargo, tal interpretación implicaría por fuerza la misma interpretación en las cartas seculares donde palabras similares se encuentran. Por otro lado, algunos predicadores contemporáneos han usado este versículo como parte de una doctrina bastante elaborada de la prosperidad y la salud. Pero nuevamente, la consistencia demandaría que se atribuya una teología similar a todos aquellos escritores seculares quienes usaron una fórmula similar. Sin embargo, conclusiones de esta naturaleza parecen estar infundadas. Por tanto, se debería tener cuidado de no usar 3 Juan 2 en tal manera.[6]
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