viernes, 13 de marzo de 2009

Estrabón y 1 Corintios

Estrabón, geógrafo griego, escribió en su obra Geografía acerca del templo de Afrodita en el Acrocorinto que “era tan rico que era propietario de más de mil [χιλίας] esclavas del templo [εροδούλους], cortesanas [ταίρας]”[1] Esta cita ha sido considerada por algunos expositores como una descripción de la Corinto romana de los días del apóstol Pablo. A esta cita se alude como trasfondo de las epístolas de Pablo a la iglesia corintia. Pero, Estrabón se refería a la ciudad de Corinto antes de ser destruida en el 146 aC.[2] En el contexto, Estrabón indica que cuando visitó Corinto (ca. 29 dC), el Acrocorinto tenía en su cima un “templo pequeño” [ναΐδιον] de Afrodita.[3] Al parecer las excavaciones revelan que debido al tamaño del santuario, dicho templo no podría albergar tal cantidad de esclavas.[4] ¿Esto significa que la Corinto romana era ajena a los pecados de índole sexual? No. Nuevamente, de acuerdo a la evidencia, Corinto era una ciudad corrompida por los pecados de índole sexual. Sin embargo, la cita de Estrabón no describiría la Corinto de los días de Pablo.


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[1] Geogr. 8.6.20 (ver trad. en inglés aquí, ver texto griego aquí y todo el libro 8 en griego aquí).


[2] Aún la cita de Estrabón acerca de la cantidad de esclavas del templo de Afrodita es debatible (¿exageración provocada por la rivalidad?).


[3] Geogr. 8.6.21: μν ον κορυφ ναΐδιον χει φροδίτης.


[4] De acuerdo a J. Murphy-O’Connor la prostitución sagrada nunca fue una costumbre griega, Corinto sería la excepción; además no se podría explicar el silencio de otros autores acerca de esto (St. Paul's Corinth: Texts and Archaeology [Collegeville, Minn.: Liturgical, 1990], 56).

Actualización: Mike ya me ha hecho notar cómo el español acentúa los nombres de un modo tan diferente al griego: Estrabón vs. Στράβων.

martes, 10 de marzo de 2009

κορινθιάζεσθαι y 1 Corintios

Aristófanes (ριστοφάνης), considerado como el poeta cómico más distinguido de Grecia, acuñó el verbo κορινθιάζομαι[1] “corintiar”, es decir, vivir o actuar como corintio, “práctica de la fornicación” (LSJ, 981). Algunos expositores del NT han apelado al uso de este verbo (cf. κορινθιάζεσθαι) para describir la moralidad de la ciudad de Corinto en los días del apóstol Pablo. Si bien es cierto que Aristófanes usó dicho verbo, en realidad se refería a la antigua Corinto griega, antes que fuese destruida en 146 aC.[2] Aristófanes no se refería a la Corinto romana que conoció Pablo. Usar el verbo κορινθιάζομαι para describir la Corinto romana de los días de Pablo constituiría un anacronismo.[3] Esto no significa que la Corinto de los días de Pablo fuera menos corrupta que la Corinto antigua con relación a pecados de índole sexual.[4] Pero, nuestra reconstrucción del contexto histórico debe basarse en evidencia que se relacione con la época en cuestión. Por otro lado, con relación a los pecados de índole sexual, Corinto no era ni peor ni mejor que otras metrópolis del imperio. Al parecer, el éxito y prosperidad de esta ciudad provocó la envidia de quienes no disfrutaban de tal bonanza, y de este modo, “escritores atenienses hicieron de Corinto el símbolo del amor comercializado.”[5]



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[1] Fgm. 354 (ver el texto aquí).

[2] Filetero (ver aquí) y Polioco (ver aquí) escribieron juegos titulados ΚΟΡΙΝΘΙΑΣΤΗΣ, “El Proxeneta”. Platón, para referirse a una prostituta usa la expresión Κορινθίαν κόρην, “muchacha corintia” (Resp. 404d, ver el pasaje específico aquí, y todo el libro III aquí).

[3] Cf. David E. Garland, 1 Corinthians (BECNT; Grand Rapids: Baker, 2003), 240.

[4] De acuerdo a Dio Crisóstomo (Orat. 8.5-10), había muchas rameras (τς ταίρας) en la Corinto romana.

[5] Cf. J. Murphy-O’Connor, “Corinth”, The Anchor Yale Bible Dictionary (New York: Doubleday, 1992), 1:1135-1136.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Pronunciación moderna del alfabeto griego

No es mi interés polemizar acerca de la pronunciación del griego del NT, sino compartir mi preferencia. La pronunciación moderna ¡me suena mejor! Este es un vídeo con la pronunciación moderna del alfabeto griego que encontré en la página Yutube de digitalbl1ss (hay otros vídeos con documentales en griego moderno con subtítulos en inglés).

Este es el enlace:
http://www.youtube.com/watch?v=ZSpbpOtF9qI

Memorizando versículos (Ro. 3.23-24; 2Ti. 317)

Continúo con la memorización de textos en griego (y en hebreo), aunque ahora mi tiempo es aún más limitado. En el caso de los textos en griego, los recito en voz alta usando la pronunciación del griego moderno.

Estos son los versículos que he memorizado estos días:

23 πάντες γὰρ ἥμαρτον καὶ ὑστεροῦνται τῆς δόξης τοῦ θεοῦ 24 δικαιούμενοι δωρεὰν τῇ αὐτοῦ χάριτι διὰ τῆς ἀπολυτρώσεως τῆς ἐν Χριστῷ Ἰησοῦ·
Ro. 3.23-24

ἵνα ἄρτιος ᾖ ὁ τοῦ θεοῦ ἄνθρωπος, πρὸς πᾶν ἔργον ἀγαθὸν ἐξηρτισμένος.
2Ti. 3.17 (ya memoricé al versículo anterior 16, con este ya los recito ambos)

En un anterior artículo expliqué acerca de la pronunciación del griego que uso. La pronunciación moderna del alfabeto griego (Ελληνικό αλφάβητο) se puede oír aquí, y se pueden descargar los archivos de sonido por cada letra.

martes, 3 de marzo de 2009

ἀγράμματος: ¿Pedro y Juan sabían leer y escribir? (Hch. 4.13)


La Organización de Estados Iberoamericanos anunció la disminución del analfabetismo en el Perú al 3.7%. “Según estándares internacionales, una región se declara libre de ese flagelo cuando tiene un índice menor al 4 por ciento.” Esta es una noticia un tanto diferente a la que, por ejemplo, anunció el diario Perú21: “Los índices de analfabetismo en el Perú cayeron de 12.8% a 7.1%, lo cual representa una reducción de 5.7%, respecto al último estudio realizado en 1993 por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).” A pesar de toda la tecnología disponible, el manejo de las estadísticas del analfabetismo es complejo y más cuando detrás hay intereses políticos. Ahora, si queremos reconstruir los niveles de capacidad de escribir y leer en el mundo antiguo (en particular el s. I), debemos reconocer las dificultades y limitaciones que tenemos. Existen estudios que tratan de indagar acerca de si Jesús y sus apóstoles sabían leer y escribir. Con relación a si los apóstoles –en particular Pedro y Juan- sabían leer y escribir, una cita del NT es particularmente significativa:
Θεωροῦντες δὲ τὴν τοῦ Πέτρου παρρησίαν καὶ Ἰωάννου καὶ καταλαβόμενοι ὅτι ἄνθρωποι ἀγράμματοί εἰσιν καὶ ἰδιῶται, ἐθαύμαζον ἐπεγίνωσκόν τε αὐτοὺς ὅτι σὺν τῷ Ἰησοῦ ἦσαν
Hch. 4.13
RV60: Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras [ἀγράμματοί] y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús.

Las autoridades judías usan el adjetivo ἀγράμματος que significa primariamente “incapaz de escribir” (BDAG, 15; LSJ, 14)[1]. Pero, ¿eso significa que Pedro y Juan eran incapaces de leer o escribir, analfabetos? Si fueron analfabetos, ¿quién o quiénes escribieron las obras atribuidas a ellos? O, ¿el adjetivo ἀγράμματος puede tener otro significado (polisemia)? La NETBible tiene la siguiente nota de estudio:
No educados, no significa “analfabetos,” esto es, incapaces de leer o escribir. Entre los judíos de la época del NT hubo una capacidad de leer y escribir casi universal, especialmente como resultado de la propagación de escuelas de las sinagogas. El término se refiere al hecho de que Pedro y Juan no tuvieron un entrenamiento rabínico formal y de este modo, ante los ojos de sus acusadores, no estaban calificados para exponer la ley o enseñar públicamente. La objeción es similar a la de Hechos 2:7.

NVI traduce “gente sin estudios [ἀγράμματοί] ni preparación [ἰδιῶται]”.
De hecho, se indica que ἀγράμματος se refiere a una persona que “no ha adquirido una educación formal (refiriéndose primariamente al entrenamiento formal)” (LN, 27.23).
De acuerdo al profesor C. K. Barrett,
Para ἀγράμματος, la palabra opuesta no sería el γραμματικός sino (en el uso del NT) el γραμματεύς: de ahí, un hombre sin entrenamiento de escriba en la ley.[2]
El Dr. Craig A. Evans tiene una explicación similar:
Las palabras ἀγράμματοί e ἰδιῶται no se deben traducir “indoctos e ignorantes,” como en la versión King James (y ASV). Ser un ἀγράμματος es la falta de entrenamiento de un escriba (así LSJ) y, de hecho, es lo opuesto a γραμματεύς el “escriba” profesional. Ser ἀγράμματος no necesariamente significa ser incapaz de leer.[3]
La afirmación de que en la época del NT “hubo una capacidad de leer y escribir casi universal”, la encontramos en LN, 27.23 (citada por NETBible). Si la mayoría de los judíos del s. I eran letrados, ¿qué evidencia tenemos para dicha afirmación? Alguien que ha investigado la cuestión de la capacidad de leer y escribir en la antigüedad, y en particular en el s. I, es el profesor Alan Ralph Millard, Profesor “Rankin” de Hebreo e Idiomas Semíticos Antiguos (1992-2003), profesor emérito de la Universidad de Liverpool. El profesor Millard escribe:
A la luz de la evidencia de todas las fuentes parece que la capacidad de leer y escribir abarcó más allá de los palacios y templos de Israel y Judá hacia asentamientos muy pequeños. Esto quiere decir que los oráculos proféticos, himnos, leyes pudieron haber circulado en forma escrita desde una época muy temprana para ofrecer una autoridad y un control sobre la tradición oral. En la discusión de la historia de los libros del AT, el rol de la capacidad de leer y escribir del israelita merece que se otorgue una mayor prominencia.[4]

Al parecer, Pedro y Juan sabían leer y escribir, pero no habían sido educados en las escuelas rabínicas formalmente. La obra de Dios no se hace basados en la sabiduría humana, ni acumulando PhD de varios seminarios (lo cual no es malo). La obra de Dios, la proclamación del evangelio, se hace con el poder del Espíritu Santo (Hch. 1.8).
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[1] Cf. “no letrado, i.e. iliterato: -sin letras” (James Strong, Nueva Concordancia Strong Exhaustiva: Diccionario [Nashville, TN: Caribe, 2002], 2); “no versado en la erudición de las escuelas judías” (Joseph Henry Thayer, Greek-English Lexicon of the New Testament, 8).
[2] C. K. Barrett, A Critical and Exegetical Commentary on the Acts of the Apostles (ICC; Edinburgh: T&T Clark, 2004), 1:234. Siguen esta misma interpretación por ejemplo Simon J. Kistemaker, Exposition of the Acts of the Apostles (NTC; Grand Rapids: Baker Book House, 1990), 157; John B. Polhill, Acts (NAC; Nashville: Broadman & Holman, 1992), 145; John MacArthur, Acts (Chicago: Moody, 1994), 135; Ben Witherington III, The Acts of the Apostles: A Socio-rhetorical Commentary (Grand Rapids: Eerdmans, 1998), 195; Raúl Caballero Yoccou, Hechos (CBCN; Miami, FL: Unilit, 1992), 1:128.
[3] Craig A. Evans, “Jewish Scripture and the Literacy of Jesus”, 42.
[4] A. R. Millard, “Literacy: Ancient Israel”, The Anchor Yale Bible Dictionary (David Noel Freedman ed.; New York: Doubleday, 1992), 4:340. Para ver otros artículos de Alan R. Millard, ver aquí.

viernes, 27 de febrero de 2009

lunes, 23 de febrero de 2009

José M. Martínez y la "línea de pensamiento"


La obra del pastor José M. Martínez (pensamientocristiano.com) en el campo de la interpretación proviene de su libro Hermenéutica Bíblica. Éste, es un libro que evidencia un trabajo minucioso por parte del pastor Martínez (¡586 págs.!).

Acerca de cuestiones hermenéuticas, podemos notar que la tarea interpretativa puede adolecer de ciertas "desproporciones". Es posible que al observar un árbol dejemos de apreciar el bosque y todo el paisaje. En dicha obra, en el capítulo acerca del "Análisis Lingüístico del Texto", el pastor Martínez señala algo similar:




A menos que se tenga una idea clara del origen y desarrollo del pensamiento que preside el texto, es fácil perderse entre los detalles semánticos de las palabras sueltas. Sólo cuando el intérprete ha captado lo sustancial de la línea de pensamiento que atraviesa las palabras, frases, párrafos o secciones está en condiciones de analizar éstos. Paul Ricoeur tiene razón cuando asevera que “un texto no es, en efecto, una simple secuencia de frases, y el sentido del texto no es la suma del sentido de cada una de sus partes. Un texto es un todo relacionado de forma específica con sus partes; hay que elaborar la jerarquía de sus elementos: elementos principales y elementos subordinados; elemento esencial y elemento no-esencial”[1]
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[1] José M. Martínez, Hermenéutica Bíblica (Terrassa: CLIE, 1984), 136.

viernes, 20 de febrero de 2009

John R. Searle y la complejidad del lenguaje


Cuando A. J. Ayer (Lenguaje, verdad y lógica) propuso el “principio de verificación” como criterio para determinar si una oración tiene significado, el problema afectó también a las afirmaciones en la teología, y obviamente a la hermenéutica bíblica. Las oraciones en teología se consideraron como proposiciones sin sentido porque no se pueden verificar ya sea analíticamente o empíricamente. Pero, ¿esta postura hace justicia a la realidad del lenguaje? ¿Qué tan complejo es el lenguaje?


John R. Searle hace las siguientes afirmaciones que merecen consideración:

Lo dicho hasta ahora plantea la siguiente cuestión previa: ¿Cómo sé las clases de cosas que afirmo saber sobre el lenguaje? Suponiendo incluso que tengo necesidad de respaldar mis intuiciones apelando a ciertas clases de criterios, sin embargo, si ha de mostrarse que éstos son válidos, ¿no deben estar respaldados por algo? ¿Qué clase de explicación o justificación podría ofrecer para la afirmación de que tal y tal secuencia de palabras es una oración, o de que “oculista” significa médico de ojos, o de que es analíticamente verdadero que las mujeres son hembras? En resumen ¿cómo se verifican tales afirmaciones? Estas cuestiones adquieren una particular importancia si se toman como expresiones de la siguiente cuestión subyacente: “¿No es cierto que todo conocimiento de esta clase, si ha de ser realmente válido, debe basarse en una investigación empírica de la conducta lingüística humana?” ¿Cómo podría alguien saber tales cosas a menos que hubiese realizado un examen estadístico exhaustivo de la conducta verbal de los hablantes del castellano, para descubrir así, cómo ellos usan de hecho las palabras? Mientras esté pendiente tal investigación, ¿no son todas estas argumentaciones mera especulación precientífica?
Como un paso para responder a estos desafíos, me gustaría hacer y desarrollar la sugerencia siguiente. Hablar un lenguaje es tomar parte en una forma de conducta (altamente compleja) gobernada por reglas. Aprender y dominar un lenguaje es (inter alia) aprender y haber dominado esas reglas. Este es el punto de vista familiar en filosofía y en lingüística, pero sus consecuencias no siempre se comprenden completamente.[1]
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[1] John R. Searle, Actos de Habla (Madrid: Cátedra, 1980), 21-22 (hay una edición del 2001).

lunes, 16 de febrero de 2009

Un nuevo bebé en nuestro hogar, herencia de Dios

"He aquí, herencia de Jehová son los hijos" (Sal. 127.3).
Ayer domingo 15 de febrero del 2009 ha nacido nuestro nuevo bebé. Nació a las 10:35 de la noche. Estaba programado para fines de febrero. Se adelantó el parto. Estaba preocupado, pero hemos visto la mano del Señor ayudándonos, y además, nuestros hermanos en la fe mostrando su amor para con nosotros. Nuestro bebé nos es dado por la gracia de Dios, es varón, y le hemos puesto por nombre Yosef (יֹוסֵף). Es el nombre del gran patriarca, hijo de Jacob, vendido por sus hermanos que luego fue usado por Dios para "mantener en vida a mucho pueblo" (Gn. 50.20). Por Su bendita gracia, es mi ruego que Dios use a nuestro Yosef para Su reino.
Estamos muy agradecidos a Nuestro Padre por darnos el privilegio de la paternidad. Mi esposa y yo compartimos esta noticia con todos ustedes. Y ruego sus oraciones por mi esposa y por nuestro bebé.

viernes, 13 de febrero de 2009

"amor al dinero" φιλαργυρία (1Ti. 6.10)

En el contexto contemporáneo se oye a predicadores animar a su audiencia a anhelar, buscar y reclamar el dinero o el ser millonarios. No sólo dichos predicadores animan a sus oyentes de este modo, sino que estos maestros viven de un modo opulento y muy lujoso, afirmando que "no tienen que disculparse por las bendiciones que reciben". Siempre es saludable para nuestra fe recordar lo que el Nuevo Testamento dice, y en particular el apóstol Pablo.

ῥίζα γὰρ πάντων τῶν κακῶν ἐστιν ἡ φιλαργυρία, ἧς τινες ὀρεγόμενοι ἀπεπλανήθησαν ἀπὸ τῆς πίστεως καὶ ἑαυτοὺς περιέπειραν ὀδύναις πολλαῖς.

porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.

1Ti. 6.10
El amor al dinero era considerado un vicio aún en el mundo secular griego.[1] El NT no considera positivamente a φιλαργυρία ("amor al dinero"). El significado de φιλαργυρία es “amor al dinero, avaricia, tacañería” (BDAG, 1056)[2], relacionado con φιλάργυρος “aficionado al dinero, avaro” (BDAG, 1056). El Dr. George W. Knight lo dice con claridad:
φιλαργυρία, “el amor al dinero”, es lo que caracteriza a alguien que coloca su corazón en la posesión del dinero, violando así el primer mandamiento del Decálogo, el mandamiento de amar a Dios (cf. Mt. 6:24 par. Lc. 16:13). Porque esta es una expresión del pecaminoso amor propio en oposición al amor a Dios (cf. “amadores de sí mismos” y “amantes del dinero” en 2 Ti. 3:2-4, una lista concluyendo con el contraste “amadores de los placeres más que amadores de Dios”; cf. También Stg.4:4; 1 Jn. 2:15), esto también viola el inherentemente relacionado segundo gran mandamiento (Mt. 22:39) de amar al prójimo de uno.[3]
Estamos viviendo en una época donde el amor por el dinero es un deseo "santo", porque se ha "santificado" la avaricia mediante un artificio variando la terminología. La avaricia y el amor al dinero son llamados anhelo por la bendición y la prosperidad.
Pero, en realidad se ha exaltado el don por encima del Dador. Esto es cruda idolatría.
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[1] El verbo φῐλαργῠρέω (“amar al dinero”) lo encontramos por ejemplo en Epicuro, Gnomologium Vaticanum Epicureum, 43: Φιλαργυρεῖν ἄδικα μὲν ἀσεβές, δίκαια δὲ αἰσχρόν “Amar al dinero, si por un lado es ganado injustamente, es profano, y si por el otro lado es ganado justamente, es deshonroso.”
[2] Cf. 4 Mac. 1.26: καὶ τὰ μὲν ψυχῆς ἀλαζονεία καὶ φιλαργυρία “y el alma ciertamente [es] jactanciosa y amante del dinero.”
[3] George W. Knight, The Pastoral Epistles: A Commentary on the Greek Text (NIGTC; Grand Rapids: W. B. Eerdmans-Paternoster Press, 1992), 257. Cf. William D. Mounce, Pastoral Epistles (WBC; Dallas: Word, 2002), 346-347; I. Howard Marshall & Philip H. Towner, A Critical and Exegetical Commentary on the Pastoral Epistles (London; New York: T&T Clark, 2004), 651-652.