Sal. 42.1:
Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas,
Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.
כְּאַיָּל תַּעֲרֹג עַל־אֲפִיקֵי־מָיִם כֵּן נַפְשִׁי תַעֲרֹג אֵלֶיךָ אֱלֹהִים׃
Es en los desiertos, en los sequedales, donde se experimenta una sed terrible. Al parecer, el salmista está resaltando su situación espiritual desértica, privado de la plena comunión con Dios.[1] Por otro lado, el principal enfoque en este texto no es el ciervo, sino las aguas: Dios.[2] “El creyente verdadero siempre anhela comunión con Dios.”[3]
Aquí hay un vídeo de Jim Greeninger ejecutando la melodía del canto As the Deer [Como el Ciervo] (de Marty Nystrom). La dirección es: http://www.youtube.com/watch?v=IIuQ2n4GvNA
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[1] Cf. Samuel Terrien, The Psalms: Strophic Structure and Theological Commentary (Grand Rapids: Eerdmans, 2003), 351.
[2] Cf. Peter C. Craigie, Psalms 1-50 (WBC 19; Dallas: Word, 1998), 326.
[3] Daniel Carro, José Tomás Poe y Rubén O. Zorzoli, Salmos (CBMH 8; El Paso: Mundo Hispano, 1997), 175.