martes, 18 de octubre de 2011

Cita citable

"Un Jesús sin nada de taumaturgo, idea propagada en la época de la Ilustración por pensadores como Thomas Jefferson, es un buen ejemplo de refundición de un profeta judío del siglo I para adaptarlo a la sensibilidad de una minoría intelectual moderna".
-John P. Meier  
Un judío marginal: Nueva visión del Jesús histórico (Navarra: Verbo Divino, 1999), II/1,41.

Interesante lo que afirma el profesor Meier, las obras que pretenden ser "vidas de Jesús" muchas veces son más expresión de los ideales de los escritores. Y, ¿acaso, no será la idea de un simple profeta judío del siglo I otra refundición de Meier?

domingo, 16 de octubre de 2011

Encabezado de Marcos (Mr 1:1)


Estoy exponiendo el evangelio de Marcos durante los días domingo por la noche. Dios mediante, espero poder publicar algunos alcances que espero sean de utilidad para un ulterior estudio de este santo evangelio.
El segundo evangelio abre con estas palabras:
Ἀρχὴ τοῦ εὐαγγελίου Ἰησοῦ Χριστοῦ [υἱοῦ θεοῦ].
ΑΡΧΗΤΟΥΕΥΑΓΓΕΛΙΟΥῙῩΧ̄ῩῩῩ(ΤΟΥ)Θ̄Ῡ
Esta oración independiente carece de predicado y funciona como un encabezado. A mi juicio, el sustantivo anarticulado Ἀρχή (“principio”) es polivalente, es decir, se puede aplicar a toda la obra y al prólogo, la porción comprendida en Mr 1:1-13 (ó hasta v. 15). El uso de sustantivos anarticulados en el inicio de un escrito se ajusta al estilo típicamente bíblico. Tanto el primer evangelio como también el libro de Apocalipsis tienen sustantivos anarticulados en sus encabezados. Esta clase de encabezados con sustantivos anarticulados aparece con frecuencia en los escritos proféticos. Esto sería una indicación que la oración de apertura del segundo evangelio constituye el encabezado de la obra. Debido al uso de esta palabra al inicio del texto griego del Génesis (Gn 1:1 LXX: ἐν ἀρχῇ ἐποίησεν ὁ θεὸς τὸν οὐρανὸν καὶ τὴν γῆν) y en el prólogo del cuarto evangelio (Jn 1:1: Ἐν ἀρχῇ ἦν ὁ λόγος, καὶ ὁ λόγος ἦν πρὸς τὸν θεόν, καὶ θεὸς ἦν ὁ λόγος), algunos han encontrado una intención por parte del autor del segundo evangelio en vincular su obra con el relato de la creación. Sin embargo, el uso de ἀρχή en Génesis y Marcos es diferente. Lo único que tienen en común es el uso de la misma palabra, pero su uso en Marcos es distinto de su uso en Génesis. En Marcos se trata no del principio de todo, sino del “principio [Ἀρχὴ] del evangelio [τοῦ εὐαγγελίου]”.

jueves, 15 de septiembre de 2011

¿Llamado al ministerio?

Probablemente hay cierta inexactitud en este tema. En realidad todos los cristianos son llamados al ministerio o a los ministerios (1P 4:10; 1Co 12:5). A mi juicio, lo que dice Berkhof puede ser iluminador para aquellos que tienen esta inquietud espiritual:
3. EL LLAMAMIENTO DE LOS OFICIALES Y SU INTRODUCCIÓN AL OFICIO. Debe hacerse distinción entre el llamamiento de los oficiales extraordinarios, como el de los apóstoles, y el de los oficiales ordinarios. Los primeros fueron llamados de una manera extraordinaria con un llamamiento inmediato de parte de Dios, y los últimos en una manera ordinaria y mediante la agencia de la iglesia. De un modo particular veremos lo tocante al llamamiento de los oficiales ordinarios.
a. El llamamiento de los oficiales ordinarios. Éste es doble:
(1) El llamamiento interno. A veces, se piensa que el llamamiento interno a un oficio en la iglesia consiste de algunas indicaciones extraordinarias de Dios para efectos que uno es llamado, –una suerte de revelación especial. Pero, esto no es correcto. Más bien, consiste en ciertas indicaciones providenciales y ordinarias dadas por Dios, e incluye especialmente tres cosas: (a) la conciencia de ser impelido hacia alguna tarea especial en el Reino de Dios, por amor a Dios y a su causa; (b) la convicción de que uno está al menos en una medida calificado intelectual y espiritualmente para el oficio requerido; (c) la experiencia de que Dios está claramente pavimentando el camino hacia la meta.
(2) El llamamiento externo. Este es el llamamiento que viene a uno por medio de la instrumentalidad de la Iglesia. No ha emanado del Papa (católico romano), ni de un obispo o colegio de obispos (Episcopal), sino de la iglesia local. Tanto los oficiales y los miembros ordinarios de la iglesia tienen parte en el llamamiento. Que los oficiales tienen una mano directriz en esto, pero sin la exclusión del pueblo, es evidente a partir de textos como Hech. 1:15-26; 6:2-6; 14:23. El pueblo fue reconocido aun en la elección de un apóstol, de acuerdo a Hech. 1:15-2. Parecería que en la época apostólica los oficiales dirigieron la elección del pueblo llamando la atención a las calificaciones necesarias que se requerían para el oficio, pero permitieron al pueblo tomar parte en la elección, Hech. 1:15-26; 6:1-6; 1 Tim. 3:2-13. Por supuesto, en el caso de Matías Dios mismo hizo la elección final.[1]
Dios dirija a aquellos que Él está convocando al ministerio de la palabra.

[1] Louis Berkhof, Systematic Theology (Grand Rapids: Eerdmans, 1938), 587-588.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Iniciando una congregación

La Gran Comisión en zonas urbanas no constituye un trabajo sencillo, y Dios se ha manifestado de un modo tremendo en nuestro trabajo en la ciudad de Trujillo, Perú. Estamos iniciando una congregación en la zona de Santa Isabel y San Salvador. Por la gracia de Dios, estamos ahora experimentando la urgente necesidad de conseguir un local más amplio. Nos estamos reuniendo en las casas de los hermanos, pero ahora nos falta espacio y sillas. Al mejor estilo bíblico, los hermanos generosamente abren las puertas de sus casas para albergarnos en nuestras reuniones semanales. Queremos tener nuestros tiempos de celebración, de culto a nuestro Señor Jesucristo y seguir trabajando para que más personas vengan al Camino.

Tenemos la carga por la proclamación del evangelio en nuestra ciudad y a las nuevas generaciones. Noto que una enorme deficiencia entre los cristianos es la evangelización a las nuevas generaciones. Pensamos que por nacer en nuestra familia, nuestros hijos ya son cristianos. Por ello, no debemos asumir que la proclamación sólo se hace allende. Se habla de cumplir el mandato de Cristo, pero es mejor cumplirlo que sólo hablar de él. Y, ¡qué gratificante es cumplir el mandato proclamar el Evangelio! Es un verdadero placer estar en medio de personas alcanzadas con el evangelio y que ahora buscan glorificar a Dios, es un placer porque nos deleitamos en el mismo Señor.
Por favor ayúdennos en oración por la necesidad de un local para nuestra naciente congregación.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Los nombres escritos en el libro de la vida ¿desde cuándo? (Apocalipsis 13:8 y 17:8)


Es una idea popular que los nombres escritos en el libro de la vida Dios los escribe en el momento de la conversión. Algunos evangelistas sugieren a las personas que están dispuestas a hacer una profesión de fe que oren pidiendo que Dios escriba el nombre en el libro de la vida.
Aunque popular, parece que esta idea es diferente a lo que se afirma en el libro de Apocalipsis:
καὶ προσκυνήσουσιν αὐτὸν πάντες οἱ κατοικοῦντες ἐπὶ τῆς γῆς, οὗ οὐ γέγραπται τὸ ὄνομα αὐτοῦ ἐν τῷ βιβλίῳ τῆς ζωῆς τοῦ ἀρνίου τοῦ ἐσφαγμένου ἀπὸ καταβολῆς κόσμου.
Τὸ θηρίον ὃ εἶδες ἦν καὶ οὐκ ἔστιν καὶ μέλλει ἀναβαίνειν ἐκ τῆς ἀβύσσου καὶ εἰς ἀπώλειαν ὑπάγει, καὶ θαυμασθήσονται οἱ κατοικοῦντες ἐπὶ τῆς γῆς, ὧν οὐ γέγραπται τὸ ὄνομα ἐπὶ τὸ βιβλίον τῆς ζωῆς ἀπὸ καταβολῆς κόσμου, βλεπόντων τὸ θηρίον ὅτι ἦν καὶ οὐκ ἔστιν καὶ παρέσται (Ap 13:8; 17:8 NA27)
Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo
La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será. (Ap 13:8; 17:8 R60)
E. L. Carballosa comenta la expresión ἀπὸ καταβολῆς κόσμου que aparece en Ap 13:8, y Ap 17:8 en conexión con los nombres escritos en el libro de la vida:
Otra importante observación que debe hacerse tiene que ver con la frase “desde la fundación del mundo” o “desde el principio del mundo” (apò katabolêis [sic] kósmou). La frase no se refiere al comienzo de la historia de la humanidad, sino que tiene que ver con “la fundación del orden visible total en la que la creación está representada como un vasto edificio bajo las manos del Arquitecto Divino”. Dicha frase, además, está conectada con la expresión “no está escrito” (ou gégraptai), es decir, el nombre de cada uno de los adoradores de la bestia “no está escrito desde la fundación del mundo en el libro de la vida del Cordero”. La implicación es la siguiente: En el libro de la vida del Cordero están inscritos los nombres de todos los que han puesto su fe en el Mesías. Esa inscripción “fue hecha posible por la anticipación de la futura muerte del cordero en beneficio de ellos”. Este punto de vista es apoyado por el hecho de que en Apocalipsis 17:8, Juan se refiere de nuevo a “los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida…”. Aquellos cuyos nombres sí están inscritos en el libro de la vida del Cordero son los mismos que fueron escogidos por él antes de la fundación del mundo (Ef. 1:4).[1]
Ha habido debate acerca de si la frase preposicional ἀπὸ καταβολῆς κόσμου “desde la fundación del mundo” de Ap 13:8 modifica a (1) γέγραπται “estaban escritos”[2] o a (2) τοῦ ἐσφαγμένου “que fue inmolado”[3]. El orden de palabras favorece a (2), que la frase preposicional ἀπὸ καταβολῆς κόσμου modifica a la cláusula más cercana que es la cláusula relativa τοῦ ἐσφαγμένου.[4] Pero, parece que el uso de la misma frase Ap 17:8, en donde sin lugar a dudas modifica a γέγραπται, es decisivo en la interpretación de este texto. Así que, parece probable que la frase preposicional ἀπὸ καταβολῆς κόσμου modifica a γέγραπται.[5] Esta frase revela un punto de vista predestinacionista similar al expresado en Ef 1:4. John F. Walvoord opina que:
Algunas referencias la libro de la vida parecen indicar que es el libro de los vivientes, a saber, de todos los nacidos en el mundo, y que aquellos quienes no confían en Cristo son borrados de éste libro dejando sólo a aquellos quienes son salvos.[6]
El uso de esta expresión en el Antiguo Testamento, y de un modo particular en el libro del Éxodo (Éx 32.32-33) como también en el Antiguo Medio Oriente y el mundo greco-romano, favorece la opinión manifestada por Walvoord.[7]
De lo observado en estos textos, en Apocalipsis se indica que los nombres de los creyentes están escritos desde la fundación del mundo. 


[1] Evis L. Carballosa, Apocalipsis: La consumación del plan eterno de Dios (Grand Rapids: Portavoz, 1997), 260.
[2] LBA, Swete, Caird, Johnson, Chilton, Aune, Walvoord, Thomas.
[3] R60, Charles, Morris, Harrington, Beasley-Murray, Mounce, Wall, Michaels, Beale.
[4] Así Grant R. Osborne, Revelation (BECNT; Grand Rapids: Baker Academic, 2002), 503.
[5] Cf. Robert G. Bratcher y Howard Hatton, A Handbook on the Revelation to John (New York: United Bible Societies, 1993), 198-199.
[6] John F. Walvoord, The Revelation of Jesus Christ (Chicago: Moody, 1966), 202.
[7] Así, Douglas K. Stuart, Exodus (NAC 2; Nashville: Broadman & Holman Publishers, 2006), 684-688. Cf. Bruce Wells, “Exodus” en John H Walton, Zondervan Illustrated Bible Backgrounds Commentary (Old Testament) Volume 1: Genesis, Exodus, Leviticus, Numbers, Deuteronomy (Grand Rapids: Zondervan, 2009), 261.

“Bienaventurado el que lee…” (Ap 1:3)


Μακάριος ὁ ἀναγινώσκων καὶ οἱ ἀκούοντες τοὺς λόγους τῆς προφητείας καὶ τηροῦντες τὰ ἐν αὐτῇ γεγραμμένα, ὁ γὰρ καιρὸς ἐγγύς. (Ap 1:3 NA27)
Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca. (Ap. 1:3 R60)
Esta es la primera de las siete bienaventuranzas que aparecen en el texto del libro del Apocalipsis (Ap 14:13; 16:15; 19:9; 20:6; 22:7,14). La bienaventuranza tal como aparece en este texto no tiene aplicación individual. No se refiere a la lectura privada de esta profecía. El contexto milita claramente en contra de esta forma de entender la lectura, pues se nos habla de un lector y los oyentes. Se debe precisar que en la antigüedad sí se conocía la forma de leer silenciosamente. Pero, esta forma de lectura silenciosa no era una práctica muy común en el mundo antiguo, y las referencias a la misma son escasas.[1] Un ejemplo de lectura silenciosa aparece en el famoso relato de Agustín cuando estaba en la casa de Alipio, cuando oyó la voz infantil que le decía: tolle lege, tolle lege “toma y lee, toma y lee”, el Obispo de Hipona afirma aperui et legi in silentio “abrí y leí en silencio” refiriéndose al códice de la Sagrada Escritura.[2]
Es evidente que la palabra griega ἀναγινώσκω se refiere a la lectura que normalmente se hacía en voz alta, es “leer en voz alta para un auditorio público”[3]. Este texto se refiere fundamentalmente a la lectura comunitaria de la profecía. Resulta obvio que al considerarse que el texto de esta profecía se tenía que leer comunitariamente se está dando por sentado que el autor y los lectores entenderían que esta profecía es palabra de Dios autoritativa. Por otro lado, podemos comprender la centralidad de la Palabra de Dios en la adoración durante las reuniones de la iglesia apostólica. El estudio personal de las Escrituras tiene su lugar y resulta ser muy edificante, pero realmente es fabuloso poder disfrutar de la bienaventuranza expresada aquí cuando se lee-oye la Palabra de Dios en el seno de la communio sanctorum (comunión de los santos) siendo desafiados a la obediencia como un pueblo.


[1] Cf. David E. Aune, Revelation 1-5:14 (WBC 52A; Dallas: Word, 2002), 20. Plutarco (De Alex., 340A) afirma que Alejandro leía en silencio: “σιωπῇ πρὸς ἑαυτὸν ἀναγινώσκοντος” (nótese el uso del verbo σῐωπάω “guardar silencio”).
[2] Conf., 8.12.
[3] BDAG, 60.

jueves, 8 de septiembre de 2011

El aoristo παραστῆσαι (Ro 12:1): ¿“presentar una vez y por todas”? (Revisado)


Esta es una revisión de un artículo que escribí el año 2008. He modificado y he agregado información que puede ser relevante.
Παρακαλῶ οὖν ὑμᾶς, ἀδελφοί, διὰ τῶν οἰκτιρμῶν τοῦ θεοῦ παραστῆσαι τὰ σώματα ὑμῶν θυσίαν ζῶσαν ἁγίαν εὐάρεστον τῷ θεῷ, τὴν λογικὴν λατρείαν ὑμῶν· (NA27).
Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. (RV60)
En esta nota nos enfocamos en la palabra παραστῆσαι que es infinitivo aoristo activo de παρίστημι/παραστῆναι, y se usa como un terminus technicus [palabra técnica] “en el lenguaje del sacrificio ofrecer, traer, presentar[1]. La cuestión es si παραστῆσαι indica que la consagración se realiza “una vez por todas” debido a que se trata de un aoristo. Varios autores no comentan este detalle gramatical.[2] Juan Calvino escribió:
Sobre este fundamento comprenderemos que la santidad debiera ser para nosotros un ejercicio continuo, de tanta duración como nuestra vida, y que, por el contrario, sería una especie de sacrilegio caer en la impureza, porque tal cosa equivaldría a profanar algo ya santificado [negritas mías].[3]
John Murray no comenta el aoristo παραστῆσαι, pero favorece la idea de dedicación constante:
Es posible que la palabra “vivo” también refleje la permanencia de esta ofrenda, que debe ser una dedicación constante [negritas mías].[4]
James D. G. Dunn no comenta el aoristo, pero entiende que se trata de una acción cotidiana:
El sacrificio que Dios busca no es más el de bestias o aves en el templo, sino el compromiso diario de una vida vivida dentro de las restricciones y relaciones de este mundo corpóreo [negritas mías].[5]
Robert H. Mounce no comenta el aoristo[6], pero considera que éste está conectado con los dos imperativos presentes del v. 2 los cuales señalan una conducta continua:
Si el v. 1 habla de un acto específico en el cual nosotros nos ofrecemos a Dios, v. 2 nos habla de dos actividades en curso.[7]
C. E. B. Cranfield tentativamente considera que hay un sentido de definitivo en el acto de ofrecer, aunque no rechaza la naturaleza cotidiana de la auto-entrega:
Es interesante contrastar con 16:17. Uno podría quizá sugerir que la elección del presente infinitivo, fue natural allí, en vista del carácter esencialmente continuo de la acción contemplada, y –muy tentativamente- que un sentido de lo definitivo que caracteriza el acto de auto-entrega (aún aunque tenga que ser repetido una y otra vez) puede haber contribuido a la elección de Pablo del aoristo aquí [negritas mías].[8]
Por otro lado, de acuerdo a Frédéric Louis Godet nuestra consagración es “realizada una vez por todas (el aoristo παραστῆσαι, v. 1)” [negritas mías][9]. Godet contrasta este aoristo con los imperativos en tiempo presente del v. 2 (μὴ συσχηματίζεσθε… μεταμορφοῦσθε).
Al parecer, puesto que los gramáticos han descrito el aoristo como el tiempo puntual, algunos han deducido que el aoristo presenta la acción “una vez y por todas”[10]. Veamos lo que dicen dos gramáticos conocidos. William H. Davis describe así el tiempo aoristo (§ 179):
El tiempo aoristo expresa acción en su forma más simple –indefinida; no distingue entre acción completa o incompleta. El tiempo aoristo trata la acción como un punto; -esta clase de acción es llamada puntual… [negritas mías][11].
Dana-Mantey, por su parte, escriben (§ 179):
Nos acercamos ahora al más prevaleciente y más importante de los tiempos griegos. Es también el tiempo más característico del idioma griego. El significado fundamental del aoristo es denotar acción simplemente como ocurriendo, sin referencia a su progreso. Es el tiempo indefinido (ἀοριστος, ilimitado). No tiene esencial significación temporal, hallándose sus relaciones de tiempo únicamente en el indicativo, donde se le usa como pasado y por lo mismo aumentado. Su función verdadera se le puede ver mejor en los modos potenciales, y debiera ser cuidadosamente considerada en interpretación. El aoristo no significa nada en cuanto a conclusión, sino que simplemente presenta la acción como alcanzada. El establece el hecho de la acción o evento sin consideración de su duración. […] Él presenta la acción o el evento como un “punto”, y, de aquí que se le llame “puntual[negritas mías].[12]
Asumir que una acción ocurrió “una vez y por todas” sobre la base de la forma-verbal aoristo debido a que es descrito como puntual, sería “abusar” del aoristo.[13] “Si el aoristo significa que una acción que ocurre sólo una vez, se indica por medio de otros factores contextuales” [negritas mías][14]. Por tanto, como dice D. J. Moo:
Pero el tiempo aoristo en sí mismo no indica esto [un acto “una vez y por todas”]; y no hay razón en el contexto para pensar que Pablo viera esta presentación como una ofrenda que hacemos sólo una vez. Pablo simplemente nos ordena realizar esta ofrenda, sin decir nada acerca de cuán a menudo se necesita hacer [negritas mías].[15]
La razón para usar el aoristo παραστῆσαι sería probablemente la imaginería sacrificial y, como dice David Peterson, esta presentación de nosotros mismos a Dios se considera de una manera holística.[16] El versículo 2 describe cómo debe producirse esa presentación en sacrificio con dos imperativos en tiempo presente indicando que nuestra consagración debe ser constante.


[1] BDAG, 778; cf. M-M, 494-495; W. Sanday y Arthur C. Headlam, A Critical and Exegetical Commentary on the Epistle of the Romans (3a ed.; New York: C. Scribner's sons, 1897), 352..
[2] Así, por ejemplo, F. F. Bruce, Romans: An Introduction and Commentary (ed. rev.; TNTC 6; Nottingham: Inter-Varsity Press, 1985), 223; Leon Morris, The Epistle to the Romans (PNTC; Grand Rapids-Leicester: Eerdmans; Inter-Varsity Press, 1988), 433; C. K. Barrett, The Epistle to the Romans (ed. rev.; BNTC; Peabody: Hendrickson, 1991), 212; Joseph A. Fitzmyer, S. J., Romans: A New Translation With Introduction and Commentary (New Haven; London: Yale University Press, 2008), 639.
[3]Juan Calvino, Comentario a La Epístola a Los Romanos (Grand Rapids: Libros Desafío, 2005), 317.
[4] John Murray, The Epistle to the Romans (NICNT; Grand Rapids: Eerdmans, 1968), 2:111.
[5] James D. G. Dunn, Romans 9-16 (WBC 38B; Dallas: Word, 2002), 717.
[6] Robert H. Mounce, Romans (NAC 27; Nashville: Broadman & Holman, 1995), 230-231.
[7] Mounce, Romans, 232.
[8] C. E. B. Cranfield, A Critical and Exegetical Commentary on the Epistle to the Romans (London; New York: T&T Clark International, 2004), 598, n 4.
[9] F. L. Godet, Commentary on Paul’s Epistle of the Romans, Volume 2 (trad. Alexander Cusin; Edinburgh: T&T Clark, 1881), 283.
[10] Para una discusión de este asunto cf. D. A. Carson, Exegetical Fallacies (2a ed.; Grand Rapids: Baker, 1996), 68-73.
[11] William Hersey Davis, Beginner's Grammar Of The Greek New Testament (Eugene: Wipf and Stock, 1999), 78.
[12] H. E. Dana & Julius R. Mantey, Manual de Gramática del Nuevo Testamento Griego (trad. Stanley Clark; Bs. As.: CBP, 1975), 186-187.
[13] Para una crítica de este “abuso” del aoristo cf. Frank Stagg, “The AbusedAorist”, JBL (1972) 222-231; C. R. Smith, “Errant Aorist Interpreters”, GTJ 2 (1980) 205-226.
[14] Thomas R. Schreiner, Romans (BECNT; Grand Rapids: Baker, 1998), 643.
[15] Douglas J. Moo, The Epistle to the Romans (NICNT; Grand Rapids: Eerdmans, 1996), 750.
[16] David Peterson, “Worship And Ethics In Romans 12”, TynBull 44 (1993): 281, n 26.