En su libro Cristianismos Perdidos, el Dr. Ehrman se refiere así al apócrifo Hechos de Pablo y de Tecla:
Al igual que las historias sobre Jesús, los relatos sobre la milagrosa vida de Tecla circularon en un principio como tradiciones orales, probablemente desde comienzos del siglo II. Sin embargo,ésta es bastante famosa gracias a una narración escrita, los Hechos de Tecla, que luego sería incluida dentro de un corpus de textos mucho más amplio conocido como los Hechos de Pablo, que narra los viajes y aventuras milagrosas del apóstol. Una de las características más sorprendentes de los relatos sobre Pablo y Tecla es que sabemos que es una falsificación. Por supuesto, también sabemos que el evangelio de Pedro es una falsificación, y que lo son otros libros que hemos mencionado antes -el Evangelio de Tomás, el Evangelio de Felipe y el Apocalipsis de Pedro- y muchos otros textos del mundo antiguo. Sin embargo, en este caso hay una importante diferencia. El autor que falsificó los Hechos de Pablo y Tecla fue atrapado y confesó su fechoría.[1]
Esto resulta interesante porque he oído con frecuencia a predicadores con mucha convicción afirmar que Pablo era pequeño de estatura, de piernas curvas, cabello ralo, y que debido a dicho aspecto físico era menospreciado por los cristianos (i.e. los corintios, los gálatas).
Al parecer el prof. G. A. Deissmann creía que la descripción de Pablo era probablemente correcta, pero eso no es seguro.
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[1] Bart D. Ehrman, Cristianismos Perdidos: Los credos proscritos del Nuevo Testamento (trad. Luis Noriega; Barcelona: Ares y Mares, 2004), 56.