Μακάριος ὁ ἀναγινώσκων καὶ οἱ ἀκούοντες τοὺς λόγους τῆς προφητείας καὶ τηροῦντες τὰ ἐν αὐτῇ γεγραμμένα, ὁ γὰρ καιρὸς ἐγγύς. (Ap 1:3 NA27)Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca. (Ap. 1:3 R60)
Esta es la primera de las siete bienaventuranzas
que aparecen en el texto del libro del Apocalipsis (Ap 14:13; 16:15; 19:9; 20:6; 22:7,14). La bienaventuranza tal como aparece en este texto no tiene aplicación
individual. No se refiere a la lectura privada de esta profecía. El contexto
milita claramente en contra de esta forma de entender la lectura, pues se nos
habla de un lector y los oyentes. Se debe precisar que en la antigüedad sí se
conocía la forma de leer silenciosamente. Pero, esta forma de lectura
silenciosa no era una práctica muy común en el mundo antiguo, y las referencias
a la misma son escasas.[1]
Un ejemplo de lectura silenciosa aparece en el famoso relato de Agustín cuando
estaba en la casa de Alipio, cuando oyó la voz infantil que le decía: tolle lege,
tolle lege “toma y lee, toma y lee”, el
Obispo de Hipona afirma aperui et legi in silentio “abrí y leí en silencio” refiriéndose al códice de la
Sagrada Escritura.[2]
Es evidente que la palabra griega ἀναγινώσκω se refiere a la lectura que normalmente se hacía
en voz alta, es “leer en voz alta
para un auditorio público”[3]. Este texto se refiere fundamentalmente a la lectura
comunitaria de la profecía. Resulta obvio que al considerarse que el texto de
esta profecía se tenía que leer comunitariamente se está dando por sentado que
el autor y los lectores entenderían que esta profecía es palabra de Dios autoritativa.
Por otro lado, podemos comprender la centralidad de la Palabra de Dios en la
adoración durante las reuniones de la iglesia apostólica. El estudio personal
de las Escrituras tiene su lugar y resulta ser muy edificante, pero realmente es
fabuloso poder disfrutar de la bienaventuranza expresada aquí cuando se lee-oye
la Palabra de Dios en el seno de la communio sanctorum (comunión de los santos)
siendo desafiados a la obediencia como un pueblo.
[1] Cf. David E. Aune, Revelation 1-5:14 (WBC
52A; Dallas: Word, 2002), 20. Plutarco (De Alex., 340A) afirma
que Alejandro leía en silencio: “σιωπῇ
πρὸς ἑαυτὸν ἀναγινώσκοντος” (nótese
el uso del verbo σῐωπάω “guardar silencio”).
[2] Conf., 8.12.
[3] BDAG, 60.
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