martes, 17 de julio de 2012

Verdi, Josué, los profetas y el Perú

Las imprevisiones gubernamentales, los desencuentros sociales de nuestra patria escindida no empañan la belleza de nuestra Nación Peruana. El Dios de Jacob no está allende, en algún polvoriento paraje de una tierra prometida en Medio Oriente. El Dios de Jacob a quien rendimos juramento los peruanos está cercano, tanto que nos movemos en Él, y el nos ha legado nuestra bendita tierra (cf. Hch 17:26-27). Quizá podría decirse a nosotros lo que a Josué:
כָּל־מָק֗וֹם אֲשֶׁ֙ר תִּדְרֹ֧ךְ כַּֽף־רַגְלְכֶ֛ם בּ֖וֹ לָכֶ֣ם נְתַתִּ֑יו כַּאֲשֶׁ֥ר דִּבַּ֖רְתִּי אֶל־מֹשֶֽׁה׃ (Jos 1:3) 

kol-māqôm ʾăšer tidrōk kap-raglĕkem bô lākem nĕtattîw kaʾăšer dibbartî ʾel-mōše
 3 Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie. (Jos 1:3 R60)
Dios nos ha entregado esta patria de Manco Cápac, un territorio que pisamos todos los días. Andamos en este suelo peruano por el camino de una historia con venturas y desventuras, pero es nuestra historia. La tierra peruana es bendita porque Dios nos la prefijó como habitación para que cumplamos la misión de anunciar el reino de Dios a todos nuestros compatriotas. Sin embargo, la iglesia de Cristo, demasiadas veces permaneció callada ante los abusos de quienes detentaban el poder. Haciendo caso omiso al ejemplo de los profetas de Israel y al ejemplo de Jesucristo quienes denunciaron la opresión y anunciaron libertad. Somos prontos para enfilar nuestro arsenal contra un hermano que difiere de nosotros en algún diminuto detalle teológico. Pero, enmudecemos ante quienes usando el poder afligen a los menos favorecidos. No estamos dispuestos a pasar el comino teológico, pero nos tragamos el camello de la opresión y el abuso de las autoridades. Olvidando al Dios que hace justicia al huérfano y a la viuda (Dt 10:18).
1 ¡Ay de los que dictan leyes injustas, y prescriben tiranía, 2 para apartar del juicio a los pobres, y para quitar el derecho a los afligidos de mi pueblo; para despojar a las viudas, y robar a los huérfanos! (Is 10:1-2 R60)

12 Casa de David, así dijo Jehová: Haced de mañana juicio, y librad al oprimido de mano del opresor, para que mi ira no salga como fuego, y se encienda y no haya quien lo apague, por la maldad de vuestras obras. (Jr 21:12 R60) 
Lamentablemente la misión y el discipulado se reduce a mero proselitismo. Queremos ganar adeptos, discípulos nuestros, pero no de Cristo. Buscamos fondos para nuestras visiones y proyectos, pero no la solidaridad con la Misión de Jesucristo. Entre tanto nuestras patrias se desangran. Como cantaría Verdi en el coro Va, Pensiero de Nabucco, nosotros cantamos desgarradamente de nuestra patria:
Oh mia patria sì bella e perduta! "¡Oh patria mía, tan bella y perdida!"

Agradezcamos a Dios por nuestra patria. Oremos por nuestro Perú, que la palabra de Dios corra y sea glorificada. Que Dios conceda libertad de la esclavitud del pecado y de la opresión. Dios nos ayude a luchar y cumplir la misión, pero la misión integral en todo el orbe.

¡Dios bendiga a mi Perú!

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