Eruditos de antaño consideraban que el griego del Nuevo Testamento era un griego inspirado especialmente por el Espíritu Santo. El teólogo luterano alemán Ricard Rothe afirmó esto en su obra Zur Dogmatik:
Man kann in der That mit gutem Fug von einer „Sprache des heiligen Geistes" reden.[Podemos hablar con propiedad de un idioma del Espíritu Santo][1]. Otro teólogo alemán, Hermann Cremer, asumió esa tesis en su obra Biblico-Theological Lexicon of the New Testament Greek.[2]
La discusión acerca de este tema tiene una larga historia. No obstante, no podemos despojar al Nuevo Testamento de su génesis en el tiempo y el espacio. El Nuevo Testamento emergió en un contexto específico con un idioma muy humano sin dejar de ser el Libro de Dios.
________________
[1] Richard Rothe, Zur Dogmatik (Gotha: F. A. Perthes, 1863), 238.
[2] Hermann Cremer, Biblico-Theological Lexicon of the New Testament Greek (3a edic.; Edinburgh: T&T Clark, 1886), iv.
No hay comentarios:
Publicar un comentario