martes, 2 de septiembre de 2008
lunes, 1 de septiembre de 2008
ὡς σεαυτόν (Mt. 22.39) y la autoestima
δευτέρα δὲ ὁμοία αὐτῇ, ἀγαπήσεις τὸν πλησίον σου ὡς σεαυτόν.
Se cree ampliamente que la mayoría de nosotros sufre del problema de baja autoestima “Yo no estoy bien, tú estás bien”. Hace una generación, el psicólogo humanista Carl Rogers (1958) concluyó que la mayoría de las personas que él conocía “se menosprecian a sí mismas, se consideran a sí mismas como despreciables y antipáticas”. Muchos divulgadores de la psicología humanista están de acuerdo con él. “Todos nosotros tenemos complejos de inferioridad”, afirma John Powell (1989), “Aquellos que parecen no tener dicho complejo sólo están fingiendo”. O como lo planteó Groucho Marx: “Nunca ingresaría a ningún club que aceptara a una persona como yo”.
En realidad, la mayoría de nosotros tenemos una buena reputación ante nosotros mismos. En estudios sobre autoestima, aun las personas de puntuaciones bajas responden en el rango medio de las puntuaciones posibles. (Una persona con autoestima “baja” responde a enunciado tales como “Tengo buenas ideas” con un adjetivo calificativo, tal como “algo” o “en ocasiones”.) Más aún, en una de las conclusiones más provocadoras y firmemente establecidas de la psicología social, se refiere a la potencia del sesgo de autoservicio.[1]
No pretendo polemizar acerca de este tema, pero creo que necesita evaluarse exegéticamente la evidencia bíblica presentada. A mi juicio, por lo menos en el texto de Mt. 22.39, se ha cometido una falacia exegética. Lo que sigue es gran parte del ensayo de Daniel B. Wallace sobre este texto:
Nuestro objetivo en este breve ensayo no es trazar la historia de esta interpretación, sino argüir que es una falacia. Desentrañando el significado del verso resulta la siguiente traducción ampliada: “Amarás a tu prójimo como ya te amas a ti mismo”. De este modo, el amor propio es asumido en este texto, no mandado.
Hay dos razones para argüir que este es el significado del texto aquí. Primero, una comparación establece normalmente un estándar o una norma contra la que alguna posición se presente. La partícula griega ὡς es el primer medio usado para sugerir tal comparación en el Nuevo Testamento (y se usa en Mt. 22.39). Por ejemplo, en Mt. 12.13, Jesús sanó una mano de un hombre, “haciéndola íntegra, como la otra”. La mano íntegra fue el estándar contra el cual la mano ya sanada fue medida. En Mt. 17.2, el rostro de Jesús “resplandeció como (ὡς) el sol”. Obviamente, sol es el estándar por medio del cual la comparación sería hecha. En Mt. 28.4, los soldados vigilando la tumba de Jesús se “volvieron como muertos” cuando ellos vieron al ángel. En Ro. 9.27, el número de hijos de Israel serían “como (ὡς) las arenas del mar”. En 2Ti. 2.9 Pablo dice que él está llevando cadenas “como (ὡς) un criminal”. 1P. 1.24 dice que “toda carne es como (ὡς) la hierba”. En todos estos textos (y resultados de otros textos en el NT) una comparación es hecha. En cada uno, la comparación comienza con un estándar o norma. Pero si Mt. 22.39 implica dos mandatos, entonces no hay estándar de comparación. Argüir que debemos amar a nuestro prójimo tanto como nosotros debemos amarnos a nosotros mismos no establece ni un estándar o norma.
Segundo, y más específicamente, ὡς se halla a veces a continuación de un mandato. Cuando es así, ¿cuál verbo sería implicado en la cláusula ὡς? En todas las veces, se debería leer el indicativo.[2] Esto es, la comparación no es de mandato con mandato, sino de un mandato con un estándar que ya está siendo seguido. Note los siguientes ejemplos.[3]Mt. 6.5 –“Cuando oréis, no seáis como [son] los hipócritas”Mt. 6.10 –“hágase tu voluntad en la tierra como [es] en el cielo”Mt. 6.16 –“Cuando ayunéis, no pongáis cara triste como [hacen] los hipócritas”Mt. 10.16 –“sed sabios como [son] las serpientes y sencillos como [son] las palomas”Mt. 18.3 –“vuelvan como [son] los niños”Lc. 15.19 –“trátame como [si fuera] uno de tus jornaleros”Lc. 22.26 –“sea el mayor entre vosotros como el más joven”Gá. 4.12 –“Volveos como [soy yo]”2Ts. 3.15 –“No lo tengáis como [si fuera] un enemigo, sino amonestadle como a hermano”1Ti. 5.1 –“Reprende a un anciano como [si fuera] un padre”Flm. 17 –“Recíbele como [si me recibieras] a mí”En conclusión, ¿el amor propio es bíblico? Realmente, sí. Es bíblico en que se asume ser verdad (cf. Ef. 5.29). Pero ¿se ordena el amor propio? Difícilmente. El primario texto de prueba para ello es Mt. 22.39.[4] Y, como hemos intentado demostrar, que el texto significa que el amor propio es asumido, no mandado. Además, hay numerosos textos que sugieren que nuestras vidas necesitan ser orientadas a los demás. El significado llano del pasaje en Flp. 2.3 (“estimando cada uno a los demás como más importantes que vosotros mismos”) debería contrapesar cualquier noción de que nuestro enfoque en la vida debería estar en uno mismo. El ejemplo del Señor Jesús sigue esta declaración programática en Flp. 2.3. En vv. 6-11 Jesús es visto como el ejemplo supremo de auto sacrificio. El versículo 5 vincula la actitud de Jesús a lo que debería ser la nuestra: “Haya en vosotros mismos esta mentalidad que hubo también en Cristo Jesús”. También, nosotros deberíamos seguir los pasos del maestro y dirigir nuestras vidas hacia afuera y hacia arriba.
Tal absorción con el sí mismo es endémica a la naturaleza humana y, en particular, está convirtiéndose en el sello distintivo de Occidente. Estamos impulsándonos rápidamente hacia el narcisismo y la anarquía a causa de tales actitudes. En contra de esto, la Biblia habla con claridad.
[1] David G. Myers, Psicología Social (2ª ed.; México: McGraw-Hill), 88.
viernes, 29 de agosto de 2008
La palabra "hermenéutica"
En el DRAE se dice que la hermenéutica es:
Arte de interpretar textos y especialmente el de interpretar los textos sagrados.
La palabra “hermenéutica” procede del verbo griego ηρμηνευειν (junto con sus derivados ηρμηνευς y ηρμηνεια ) [sic.]; significa “afirmar” y “proclamar”, “interpretar” o “esclarecer” y, finalmente, “traducir”. Muestra, pues, este verbo una multiplicidad de significados, los cuales radican, sin embargo, en una cosa común: algo debe ser hecho inteligible, debe lograrse que sea entendido.
Esto sucede ya en cualquier afirmación lingüística, la cual quiere suscitar una intelección, convertir algo en inteligible. Y sucede con más razón en la interpretación o esclarecimiento de una afirmación quizás obscura, difícilmente comprensible, por ejemplo de un texto literario o histórico, cuyo sentido no tiene evidencia inmediata, sino que debe ser previamente acercado a la inteligencia. Y ello sucede finalmente en la traducción de un texto a otro idioma, puesto que toda traducción consiste en la transposición de un cuadro de significados a un horizonte de comprensión lingüísticamente distinto.
Filológicamente no es seguro, pero sí al menos verosímil que el origen de esta palabra esté relacionado con Hermes, el mensajero de los dioses, al cual se atribuye el origen de la lengua y de la escritura. Lo seguro es que ya en la lengua griega se significa preferentemente, si no exclusivamente, la intelección y la interpretación de la sentencia de un dios, de un mensaje divino, por ejemplo de un oráculo délfico que para ser entendido en su sentido necesita de una interpretación; el oráculo debe ser previamente “llevado a la comprensión”.
O sea que la palabra apunta a un espacio sacral: la intelección e interpretación de una palabra divina.Corresponde a eso el que también la palabra “hermenéutica” se formó en primer lugar en el ámbito teológico y se usó en él. Sin embargo, en el sentido de “arte de comprender” o de una “doctrina de la interpretación correcta” esta palabra no aparece hasta la edad moderna; aparece en el sentido bíblico de una interpretación correcta y objetiva de la Sagrada Escritura. Como título de libros la palabra “hermenéutica” se encuentra desde los siglos XVII y XVIII.[1]
jueves, 28 de agosto de 2008
"iglesia" (εκκλησια) y su descomposición
miércoles, 27 de agosto de 2008
historia de mennonitas en youtube
bautistas y anabautistas
martes, 26 de agosto de 2008
"servidores" (υπηρετας 1Co. 4.1) y la descomposición de palabras
"La palabra que usa para servidor es interesante: hyperétes originalmente era el remero del banco inferior del trirreme; es decir, uno de los esclavos o cautivos que manejaban los grandes remos que impulsaban aquellas naves por el Mar. Algunos comentaristas han hecho hincapié en este sentido de la palabra, y han sugerido que Cristo es el piloto que dirige el curso del navío, y Pablo no es más que uno de los remeros que acepta las órdenes del Piloto y sigue Su dirección".
Aún Gordon D. Fee, un comentarista tan cuidadoso escribe que esta palabra “se originó para describir a los galeotes que remaban en la hilera inferior de un trirreme” (Primera Epístola a los Corintios [Eerdmans: 1995], p. 181; cf. Charles Hodge, Comentario de I Corintios [Estandarte de la Verdad: 1996], p. 60; John MacArthur, 1 Corinthians [Moody: 1984]).
Lo más probable es que ὑπηρέτης en el NT es un sirviente, y apenas se distingue de diakonos. No hay evidencia de que ὑπηρέτης significaba “remero” en la literatura clásica. Más bien, cuando aparece no tiene que ver con el ámbito marítimo (cf. D. A. Carson, Exegetical Fallacies [Baker: 1996], pp.29-32; para ejemplos consultar BDAG; LS). Es decir, ὑπηρέτης no es el "remero inferior", así como tampoco butterfly es una "mosca-mantequilla".
lunes, 25 de agosto de 2008
"el pan nuestro de cada día", una vez más
sábado, 23 de agosto de 2008
“el pan nuestro de cada día” y la etimología
viernes, 22 de agosto de 2008
James Barr, hermenéutica y el Theological Dictionary of the New Testament
Más de 100 eruditos contribuyeron en esta obra, incluyendo especialistas en el AT, la LXX, estudios helenísticos, semíticos y rabínicos. La obra incluye bibliografía esencial y extensas notas al pie de página suplementan los artículos. Este diccionario fue traducido al inglés con el título de Theological Dictionary of the New Testament [TDNT], una obra de 10 Volúmenes.
James Barr
A esta monumental obra James Barr hace una demoledora crítica y marca un giro en las investigaciones semánticas bíblicas. Y un cambio en los estudios bíblicos, en la hermenéutica. Barr criticó la metodología y los principios que rigieron al TDNT.
[1] Luis Alonso Shokel, “Teología Bíblica y Lingüística”, Bib 43 (1962) pp. 217-223 citado por Moisés Silva, Biblical Words and Their Meaning: An Introduction to Lexical Semantics (Zondervan, 1994), p. 18.