Con lo dicho por Saussure y Barr nos queda la impresión de un menosprecio o descarte de la etimología. Pero, ambos no niegan la validez del uso de la etimología, eso queda claro. La propuesta de ellos es que el uso de la etimología debe quedar restringido a su propia esfera, a saber, la historia de las palabras. Después de todo, la historia de una palabra nos ayuda a comprender la dinámica del idioma.
Y bien, ahora ¿qué tiene que ver aquella frase del padrenuestro “el pan nuestro de cada día” (Mt. 6.11; Lc. 11.3) con la etimología? En realidad, para nuestro interés sobre el tema, tiene mucho que ver.
En este texto, apreciaremos cómo el uso de la etimología no nos ayuda a clarificar el significado de una expresión del padrenuestro en la frase : "el pan nuestro de cada día".
La expresión que ha sido traducida como "de cada día" es una sola palabra en griego, es el adjetivo ἐπιούσιος epiusios. Según Orígenes (De Oratione 27, 7), este adjetivo fue inventado por los evangelistas. El erudito B. M. Metzger ha cuestionado una posible ocurrencia del adjetivo ἐπιούσιος independiente de nuestra literatura ("How Many Times Does ἐπιούσιος Occur Outside the Lord’s Prayer?", ExpTim 69, 1957/1958, pp. 52-54). Este adjetivo ha sido entendido de diversos modos: Sin. Syr. (en Lc) y Cur. Syr. אמינא contínuo; Peshita דסונקנן para nuestra necesidad; Itala ‘panis quotidianus’, ‘pan diario’; Jerónimo ‘panis supersubstantialis’; Evang. Heb. 62, 42 מחר = Lat. ‘crastinus’ para mañana.
Se han propuesto varias alternativas apelando a la etimología:
1. ἐπιούσιος = επι + ουσια necesario para la existencia.
2. ἐπιούσιος = una sustantivación de επι την ουσαν sc. ημεραν para el día en curso, para hoy.
3. ἐπιούσιος = η επιουσα sc. ημερα para el día siguiente.
4. ἐπιούσιος = επιεναι por venir.
a. sobre la analogía de το επιον = ‘el futuro’, pan para el futuro.
b. con el significado de ‘venir a': dános este día el pan que le viene, es decir, le pertenece.
c. igual a επιων = próximo.
d. el pan que nos viene.
e. La petición se refiere al reino venidero y su fiesta[1]
Si fueras a predicar sobre este texto y te topas con el adjetivo ἐπιούσιος ¿por cuál significado te inclinarías? Rudolf Schnackenburg se inclina por el significado de "necesario" (The Gospel of Matthew [Eerdmans: 2002], p. 68), Craig S. Keener reduce las alternativas a pan "diario" o "de mañana" (Matthew [InterVarsity: 1997], p. 143), Robert H. Gundry favorece el significado de "venidero" (Matthew: A Commentary on His Handbook for a Mixed Church Under Persecution [Eerdmans: 1994], p. 107). Es difícil ¿no?
Esto revela que la etimología es una herramienta muy inexacta en la determinación del significado de una palabra. Lo mejor sería ser honestos y reconocer nuestra limitación para conocer el significado preciso hasta que haya nueva investigación que arroje luz sobre este adjetivo.
A pesar de la debilidades de esta metodología, el uso de la etimología es un recurso muy difundido entre los predicadores e intérpretes de la Biblia. Quién no ha oído frases como
"en el original hebreo (o griego) esta palabra deriva de..."
"esta palabra (hebrea o griega) proviene de..."
"esta palabra en su original (hebreo o griego) es una palabra que está compuesta por..."
"en el original (hebreo o griego) la raíz de esta palabra es..."
etc.
Y el predicador o maestro procede a basar su argumento en tal método según el cual ha descubierto el significado "original". Vale aclarar que el problema no son los predicadores, sino el método con el cual han sido construidos nuestros léxicos. Cuando queremos determinar el significado de una palabra recurrimos a nuestros diccionarios (léxicos). Nosotros en uno y otro grado dependemos de los léxicos. Creo que es necesario revisar este asunto porque está en juego nuestro correcto entendimiento del texto sagrado (2Ti. 2.15).
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[1] Cf. BAGD, pp. 376-377: s. v. ἐπιούσιος, 1-4; R. T. France, The Gospel of Matthew (Eerdmans: 2007), pp. 247-248; D. A. Carson, “Mathew”, EBC; W. Foerster, TDNT II, pp. 590-599; Marshall, I. H., The Gospel of Luke: A Commentary on the Greek Text (Eerdmans: 1978), pp. 458-460; Joseph A. Fitzmyer, El evangelio según Lucas: Traducción y comentario: Capitulos 8, 22-18, 14 (Cristiandad: 1986), pp. 318-320.
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