Esta es una revisión de un artículo que escribí el año 2008. He modificado y he agregado información que puede ser
relevante.
Παρακαλῶ οὖν ὑμᾶς, ἀδελφοί, διὰ τῶν οἰκτιρμῶν τοῦ θεοῦ παραστῆσαι τὰ σώματα ὑμῶν θυσίαν ζῶσαν ἁγίαν εὐάρεστον τῷ θεῷ, τὴν λογικὴν λατρείαν ὑμῶν· (NA27).Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. (RV60)
En esta nota nos enfocamos en la palabra παραστῆσαι que es
infinitivo aoristo activo de παρίστημι/παραστῆναι, y se usa
como un terminus
technicus [palabra técnica] “en el lenguaje del
sacrificio ofrecer, traer, presentar”[1].
La cuestión es si παραστῆσαι indica que la consagración se realiza “una vez por todas” debido a que
se trata de un aoristo. Varios autores no comentan este detalle
gramatical.[2] Juan
Calvino escribió:
Sobre este fundamento comprenderemos que la santidad debiera ser para nosotros un ejercicio continuo, de tanta duración como nuestra vida, y que, por el contrario, sería una especie de sacrilegio caer en la impureza, porque tal cosa equivaldría a profanar algo ya santificado [negritas mías].[3]
John Murray no comenta el aoristo παραστῆσαι, pero
favorece la idea de dedicación constante:
Es posible que la palabra “vivo” también refleje la permanencia de esta ofrenda, que debe ser una dedicación constante [negritas mías].[4]
James D. G. Dunn no comenta el aoristo, pero
entiende que se trata de una acción cotidiana:
El sacrificio que Dios busca no es más el de bestias o aves en el templo, sino el compromiso diario de una vida vivida dentro de las restricciones y relaciones de este mundo corpóreo [negritas mías].[5]
Robert H. Mounce no comenta el
aoristo[6], pero considera que
éste está conectado con los dos imperativos presentes del v. 2 los cuales
señalan una conducta continua:
Si el v. 1 habla de un acto específico en el cual nosotros nos ofrecemos a Dios, v. 2 nos habla de dos actividades en curso.[7]
C. E. B. Cranfield tentativamente considera
que hay un sentido de definitivo en el acto de ofrecer, aunque no rechaza la
naturaleza cotidiana de la auto-entrega:
Es interesante contrastar con 16:17. Uno podría quizá sugerir que la elección del presente infinitivo, fue natural allí, en vista del carácter esencialmente continuo de la acción contemplada, y –muy tentativamente- que un sentido de lo definitivo que caracteriza el acto de auto-entrega (aún aunque tenga que ser repetido una y otra vez) puede haber contribuido a la elección de Pablo del aoristo aquí [negritas mías].[8]
Por otro lado, de acuerdo a Frédéric Louis Godet nuestra
consagración es “realizada una vez por todas (el aoristo
παραστῆσαι, v. 1)” [negritas mías][9].
Godet contrasta este aoristo con los imperativos en tiempo presente del v. 2 (μὴ συσχηματίζεσθε… μεταμορφοῦσθε).
Al parecer, puesto que los gramáticos han
descrito el aoristo como el tiempo puntual,
algunos han deducido que el aoristo presenta la acción “una
vez y por todas”[10].
Veamos lo que dicen dos gramáticos conocidos. William H. Davis describe así el
tiempo aoristo (§ 179):
El tiempo aoristo expresa acción en su forma más simple –indefinida; no distingue entre acción completa o incompleta. El tiempo aoristo trata la acción como un punto; -esta clase de acción es llamada puntual… [negritas mías][11].
Dana-Mantey, por su parte, escriben (§ 179):
Nos acercamos ahora al más prevaleciente y más importante de los tiempos griegos. Es también el tiempo más característico del idioma griego. El significado fundamental del aoristo es denotar acción simplemente como ocurriendo, sin referencia a su progreso. Es el tiempo indefinido (ἀοριστος, ilimitado). No tiene esencial significación temporal, hallándose sus relaciones de tiempo únicamente en el indicativo, donde se le usa como pasado y por lo mismo aumentado. Su función verdadera se le puede ver mejor en los modos potenciales, y debiera ser cuidadosamente considerada en interpretación. El aoristo no significa nada en cuanto a conclusión, sino que simplemente presenta la acción como alcanzada. El establece el hecho de la acción o evento sin consideración de su duración. […] Él presenta la acción o el evento como un “punto”, y, de aquí que se le llame “puntual” [negritas mías].[12]
Asumir que una acción ocurrió “una vez y por
todas” sobre la base de la forma-verbal aoristo debido a que es
descrito como puntual, sería “abusar” del aoristo.[13]
“Si el aoristo significa que una acción que ocurre sólo una vez, se indica por
medio de otros factores contextuales” [negritas mías][14].
Por tanto, como dice D. J. Moo:
Pero el tiempo aoristo en sí mismo no indica esto [un acto “una vez y por todas”]; y no hay razón en el contexto para pensar que Pablo viera esta presentación como una ofrenda que hacemos sólo una vez. Pablo simplemente nos ordena realizar esta ofrenda, sin decir nada acerca de cuán a menudo se necesita hacer [negritas mías].[15]
La razón para usar el aoristo παραστῆσαι sería probablemente la imaginería sacrificial y,
como dice David
Peterson, esta presentación de nosotros mismos a Dios se considera de una
manera holística.[16] El versículo 2 describe cómo debe producirse esa presentación en sacrificio con dos imperativos en tiempo presente indicando que nuestra consagración debe ser constante.
[1] BDAG, 778; cf. M-M, 494-495; W. Sanday y Arthur
C. Headlam, A Critical and Exegetical Commentary on the Epistle of the
Romans (3a ed.; New York: C. Scribner's sons, 1897), 352..
[2] Así, por ejemplo, F. F. Bruce, Romans: An
Introduction and Commentary (ed. rev.; TNTC 6; Nottingham: Inter-Varsity
Press, 1985), 223; Leon Morris, The Epistle to the Romans (PNTC; Grand
Rapids-Leicester: Eerdmans; Inter-Varsity Press, 1988), 433; C. K. Barrett, The
Epistle to the Romans (ed. rev.; BNTC; Peabody: Hendrickson, 1991), 212; Joseph
A. Fitzmyer, S. J., Romans: A New Translation With Introduction and
Commentary (New Haven; London: Yale University Press, 2008), 639.
[3]Juan Calvino, Comentario a La
Epístola a Los Romanos (Grand Rapids: Libros Desafío, 2005), 317.
[4] John Murray, The Epistle to the Romans (NICNT;
Grand Rapids: Eerdmans, 1968), 2:111.
[5] James D. G. Dunn, Romans 9-16 (WBC 38B;
Dallas: Word, 2002), 717.
[6] Robert H. Mounce, Romans (NAC 27; Nashville:
Broadman & Holman, 1995), 230-231.
[7] Mounce, Romans, 232.
[8] C. E. B. Cranfield, A Critical and
Exegetical Commentary on the Epistle to the Romans (London; New York:
T&T Clark International, 2004), 598, n 4.
[9] F. L. Godet, Commentary on Paul’s Epistle
of the Romans, Volume 2 (trad. Alexander Cusin; Edinburgh: T&T
Clark, 1881), 283.
[10] Para una discusión de
este asunto cf. D. A. Carson, Exegetical Fallacies (2a ed.; Grand
Rapids: Baker, 1996), 68-73.
[11] William Hersey Davis, Beginner's Grammar Of
The Greek New Testament (Eugene: Wipf and Stock, 1999), 78.
[12] H. E. Dana & Julius R. Mantey, Manual de Gramática del Nuevo
Testamento Griego (trad. Stanley Clark; Bs. As.: CBP, 1975), 186-187.
[13] Para una crítica de este “abuso” del aoristo cf. Frank Stagg, “The AbusedAorist”, JBL (1972) 222-231; C. R. Smith, “Errant Aorist
Interpreters”, GTJ 2 (1980) 205-226.
[14] Thomas R. Schreiner, Romans (BECNT;
Grand Rapids: Baker, 1998), 643.
[15] Douglas J. Moo, The Epistle to the Romans
(NICNT; Grand Rapids: Eerdmans, 1996), 750.