Probablemente hay cierta inexactitud en este tema. En realidad todos los cristianos son llamados al ministerio o a los ministerios (1P 4:10; 1Co 12:5). A mi juicio, lo que dice Berkhof puede ser iluminador para aquellos que tienen esta inquietud espiritual:
3. EL LLAMAMIENTO DE LOS OFICIALES Y SU INTRODUCCIÓN AL OFICIO. Debe hacerse distinción entre el llamamiento de los oficiales extraordinarios, como el de los apóstoles, y el de los oficiales ordinarios. Los primeros fueron llamados de una manera extraordinaria con un llamamiento inmediato de parte de Dios, y los últimos en una manera ordinaria y mediante la agencia de la iglesia. De un modo particular veremos lo tocante al llamamiento de los oficiales ordinarios.a. El llamamiento de los oficiales ordinarios. Éste es doble:(1) El llamamiento interno. A veces, se piensa que el llamamiento interno a un oficio en la iglesia consiste de algunas indicaciones extraordinarias de Dios para efectos que uno es llamado, –una suerte de revelación especial. Pero, esto no es correcto. Más bien, consiste en ciertas indicaciones providenciales y ordinarias dadas por Dios, e incluye especialmente tres cosas: (a) la conciencia de ser impelido hacia alguna tarea especial en el Reino de Dios, por amor a Dios y a su causa; (b) la convicción de que uno está al menos en una medida calificado intelectual y espiritualmente para el oficio requerido; (c) la experiencia de que Dios está claramente pavimentando el camino hacia la meta.(2) El llamamiento externo. Este es el llamamiento que viene a uno por medio de la instrumentalidad de la Iglesia. No ha emanado del Papa (católico romano), ni de un obispo o colegio de obispos (Episcopal), sino de la iglesia local. Tanto los oficiales y los miembros ordinarios de la iglesia tienen parte en el llamamiento. Que los oficiales tienen una mano directriz en esto, pero sin la exclusión del pueblo, es evidente a partir de textos como Hech. 1:15-26; 6:2-6; 14:23. El pueblo fue reconocido aun en la elección de un apóstol, de acuerdo a Hech. 1:15-2. Parecería que en la época apostólica los oficiales dirigieron la elección del pueblo llamando la atención a las calificaciones necesarias que se requerían para el oficio, pero permitieron al pueblo tomar parte en la elección, Hech. 1:15-26; 6:1-6; 1 Tim. 3:2-13. Por supuesto, en el caso de Matías Dios mismo hizo la elección final.[1]
Dios dirija a aquellos que Él está convocando al ministerio de la palabra.
[1] Louis Berkhof, Systematic
Theology (Grand Rapids: Eerdmans, 1938), 587-588.