lunes, 1 de septiembre de 2008

ὡς σεαυτόν (Mt. 22.39) y la autoestima

Mt. 22.39 dice simplemente:
δευτέρα δὲ ὁμοία αὐτῇ, ἀγαπήσεις τὸν πλησίον σου ὡς σεαυτόν.
"Amarás a tu prójimo como a ti mismo"
Antes de revisar acerca de este texto, creo que merece atención lo que David G. Myers dice respecto de la autoestima:

Se cree ampliamente que la mayoría de nosotros sufre del problema de baja autoestima “Yo no estoy bien, tú estás bien”. Hace una generación, el psicólogo humanista Carl Rogers (1958) concluyó que la mayoría de las personas que él conocía “se menosprecian a sí mismas, se consideran a sí mismas como despreciables y antipáticas”. Muchos divulgadores de la psicología humanista están de acuerdo con él. “Todos nosotros tenemos complejos de inferioridad”, afirma John Powell (1989), “Aquellos que parecen no tener dicho complejo sólo están fingiendo”. O como lo planteó Groucho Marx: “Nunca ingresaría a ningún club que aceptara a una persona como yo”.
En realidad, la mayoría de nosotros tenemos una buena reputación ante nosotros mismos. En estudios sobre autoestima, aun las personas de puntuaciones bajas responden en el rango medio de las puntuaciones posibles. (Una persona con autoestima “baja” responde a enunciado tales como “Tengo buenas ideas” con un adjetivo calificativo, tal como “algo” o “en ocasiones”.) Más aún, en una de las conclusiones más provocadoras y firmemente establecidas de la psicología social, se refiere a la potencia del sesgo de autoservicio.[1]

No pretendo polemizar acerca de este tema, pero creo que necesita evaluarse exegéticamente la evidencia bíblica presentada. A mi juicio, por lo menos en el texto de Mt. 22.39, se ha cometido una falacia exegética. Lo que sigue es gran parte del ensayo de Daniel B. Wallace sobre este texto:
Nuestro objetivo en este breve ensayo no es trazar la historia de esta interpretación, sino argüir que es una falacia. Desentrañando el significado del verso resulta la siguiente traducción ampliada: “Amarás a tu prójimo como ya te amas a ti mismo”. De este modo, el amor propio es asumido en este texto, no mandado.
Hay dos razones para argüir que este es el significado del texto aquí. Primero, una comparación establece normalmente un estándar o una norma contra la que alguna posición se presente. La partícula griega ὡς es el primer medio usado para sugerir tal comparación en el Nuevo Testamento (y se usa en Mt. 22.39). Por ejemplo, en Mt. 12.13, Jesús sanó una mano de un hombre, “haciéndola íntegra, como la otra”. La mano íntegra fue el estándar contra el cual la mano ya sanada fue medida. En Mt. 17.2, el rostro de Jesús “resplandeció como (ὡς) el sol”. Obviamente, sol es el estándar por medio del cual la comparación sería hecha. En Mt. 28.4, los soldados vigilando la tumba de Jesús se “volvieron como muertos” cuando ellos vieron al ángel. En Ro. 9.27, el número de hijos de Israel serían “como (ὡς) las arenas del mar”. En 2Ti. 2.9 Pablo dice que él está llevando cadenas “como (ὡς) un criminal”. 1P. 1.24 dice que “toda carne es como (ὡς) la hierba”. En todos estos textos (y resultados de otros textos en el NT) una comparación es hecha. En cada uno, la comparación comienza con un estándar o norma. Pero si Mt. 22.39 implica dos mandatos, entonces no hay estándar de comparación. Argüir que debemos amar a nuestro prójimo tanto como nosotros debemos amarnos a nosotros mismos no establece ni un estándar o norma.
Segundo, y más específicamente, ὡς se halla a veces a continuación de un mandato. Cuando es así, ¿cuál verbo sería implicado en la cláusula ὡς? En todas las veces, se debería leer el indicativo.[2] Esto es, la comparación no es de mandato con mandato, sino de un mandato con un estándar que ya está siendo seguido. Note los siguientes ejemplos.[3]
Mt. 6.5 –“Cuando oréis, no seáis como [son] los hipócritas”
Mt. 6.10 –“hágase tu voluntad en la tierra como [es] en el cielo”
Mt. 6.16 –“Cuando ayunéis, no pongáis cara triste como [hacen] los hipócritas”
Mt. 10.16 –“sed sabios como [son] las serpientes y sencillos como [son] las palomas”
Mt. 18.3 –“vuelvan como [son] los niños”
Lc. 15.19 –“trátame como [si fuera] uno de tus jornaleros”
Lc. 22.26 –“sea el mayor entre vosotros como el más joven”
Gá. 4.12 –“Volveos como [soy yo]”
2Ts. 3.15 –“No lo tengáis como [si fuera] un enemigo, sino amonestadle como a hermano”
1Ti. 5.1 –“Reprende a un anciano como [si fuera] un padre”
Flm. 17 –“Recíbele como [si me recibieras] a mí”
En conclusión, ¿el amor propio es bíblico? Realmente, sí. Es bíblico en que se asume ser verdad (cf. Ef. 5.29). Pero ¿se ordena el amor propio? Difícilmente. El primario texto de prueba para ello es Mt. 22.39.[4] Y, como hemos intentado demostrar, que el texto significa que el amor propio es asumido, no mandado. Además, hay numerosos textos que sugieren que nuestras vidas necesitan ser orientadas a los demás. El significado llano del pasaje en Flp. 2.3 (“estimando cada uno a los demás como más importantes que vosotros mismos”) debería contrapesar cualquier noción de que nuestro enfoque en la vida debería estar en uno mismo. El ejemplo del Señor Jesús sigue esta declaración programática en Flp. 2.3. En vv. 6-11 Jesús es visto como el ejemplo supremo de auto sacrificio. El versículo 5 vincula la actitud de Jesús a lo que debería ser la nuestra: “Haya en vosotros mismos esta mentalidad que hubo también en Cristo Jesús”. También, nosotros deberíamos seguir los pasos del maestro y dirigir nuestras vidas hacia afuera y hacia arriba.
Tal absorción con el sí mismo es endémica a la naturaleza humana y, en particular, está convirtiéndose en el sello distintivo de Occidente. Estamos impulsándonos rápidamente hacia el narcisismo y la anarquía a causa de tales actitudes. En contra de esto, la Biblia habla con claridad.
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[1] David G. Myers, Psicología Social (2ª ed.; México: McGraw-Hill), 88.
[2] No sin frecuencia, el verbo es afirmado realmente. El indicativo es el modo hallado. Cf. Mt. 5.48 (“sed perfectos como vuestro Padre en los cielos es perfecto”); 6.12 (“perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores”); 8.13; 15.28; 18.33; 27.65; Col. 3.18; Ap. 18.6; etc.
[3] Aún os gustaríais examinar estos ejemplos por medio de suplir un imperativo o un subjuntivo en la cláusula ὡς. Por ejemplo Mt. 6.5, “Cuando ores no seas como los hipócritas”. Obviamente, esto tiene poco sentido.
[4] Efesios 5.33 tiene una construcción similar y debería ser interpretado similarmente. “Maridos, amad a vuestras esposas como a vosotros mismos” no significa “amad a vuestras esposas como deberíais amaros a vosotros mismos”, sino “como vosotros ya os amáis a vosotros mismos”.

viernes, 29 de agosto de 2008

La palabra "hermenéutica"

Cuando se lleva algún estudio sobre interpretación de la Biblia, es común notar la reacción de extrañeza en el rostro del estudiante con el solo hecho de pronunciar la palabra hermenéutica. “Herme… ¿qué?” Para algunos esa palabra está “en chino” (aunque en realidad proviene del griego). Supuestamente la hermenéutica es la disciplina que nos ayuda en el entendimiento del texto sagrado. Resulta curioso que la hermenéutica pretenda ayudar a entender el texto y a la vez su propio nombre hermenéutica resulte ininteligible al lego.
En el DRAE se dice que la hermenéutica es:
Arte de interpretar textos y especialmente el de interpretar los textos sagrados.
Arte o no, ciencia o no, el hecho es que nuestra palabra en español proviene del sustantivo griego ερμηνεια. Es interesante lo que dice Emerich Coreth acerca de la etimología de hermenéutica:

La palabra “hermenéutica” procede del verbo griego ηρμηνευειν (junto con sus derivados ηρμηνευς y ηρμηνεια ) [sic.]; significa “afirmar” y “proclamar”, “interpretar” o “esclarecer” y, finalmente, “traducir”. Muestra, pues, este verbo una multiplicidad de significados, los cuales radican, sin embargo, en una cosa común: algo debe ser hecho inteligible, debe lograrse que sea entendido.
Esto sucede ya en cualquier afirmación lingüística, la cual quiere suscitar una intelección, convertir algo en inteligible. Y sucede con más razón en la interpretación o esclarecimiento de una afirmación quizás obscura, difícilmente comprensible, por ejemplo de un texto literario o histórico, cuyo sentido no tiene evidencia inmediata, sino que debe ser previamente acercado a la inteligencia. Y ello sucede finalmente en la traducción de un texto a otro idioma, puesto que toda traducción consiste en la transposición de un cuadro de significados a un horizonte de comprensión lingüísticamente distinto.
Filológicamente no es seguro, pero sí al menos verosímil que el origen de esta palabra esté relacionado con Hermes, el mensajero de los dioses, al cual se atribuye el origen de la lengua y de la escritura. Lo seguro es que ya en la lengua griega se significa preferentemente, si no exclusivamente, la intelección y la interpretación de la sentencia de un dios, de un mensaje divino, por ejemplo de un oráculo délfico que para ser entendido en su sentido necesita de una interpretación; el oráculo debe ser previamente “llevado a la comprensión”.
O sea que la palabra apunta a un espacio sacral: la intelección e interpretación de una palabra divina.Corresponde a eso el que también la palabra “hermenéutica” se formó en primer lugar en el ámbito teológico y se usó en él. Sin embargo, en el sentido de “arte de comprender” o de una “doctrina de la interpretación correcta” esta palabra no aparece hasta la edad moderna; aparece en el sentido bíblico de una interpretación correcta y objetiva de la Sagrada Escritura. Como título de libros la palabra “hermenéutica” se encuentra desde los siglos XVII y XVIII.[1]

Lo que me llama la atención es que en la cita Coreth use η en lugar de ε. Coreth prefiere ερμηνευειν (escrito ηρμηνευειν) en lugar de la forma estándar ερμηνευω. El sustantivo clásico εηρμηνευς (escrito ηρμηνευς) "intérprete, espec. de idiomas extranjeros" (LSJ); y el sustantivo ερμηνεια (escrito ηρμηνεια). Lamentablemente no tengo el original, sino una traducción. Quizá sea error del editor en español (algo inusual en Herder). Pero, creo que es un error de imprenta, pues entiendo que el profesor Coreth es muy cuidadoso. Al margen de esos detalles, es interesante la conexión de la etimología, aunque no segura al menos posible, en primera instancia con el universo "sacral" o religioso.

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[1] Emerich Coreth, Cuestiones Fundamentales de Hermenéutica (Barcelona: Herder, 1972), 7s.

jueves, 28 de agosto de 2008

"iglesia" (εκκλησια) y su descomposición

El Dr. Rodney J. Decker, en How Do We Use the Biblical Languages? (2003), trata de un modo especial la palabra ἐκκλησία. Esta palabra, es muy significativa por el peso teológico que posee. Dicho peso teológico se convierte en una preocupación que termina moldeando el estudio de la palabra. En español, "iglesia" es una palabra polisémica (¡el DRAE tiene 10 acepciones!). Por ello, muchos intérpretes recurren al idioma griego.

En dicha búsqueda, nos topamos con los escritos de algunos teólogos. Para hallar el significado de la palabra “iglesia” (ἐκκλησία), algunos teólogos han sabido descomponer la palabra así:
ἐκκλησία = ἐκ “fuera de” + καλεω “llamar”.

ἐκκλησία = "los llamados fuera de" [el mundo]

A primera vista, esta descomposición nos parece muy sofisticada. Y, es cierto que la iglesia está compuesta de discípulos que han sido llamados del mundo (Jn. 17.6-26; Hch. 15.14; Ro. 8.30). Pero, tener como base para tal definición la etimología de la palabra ἐκκλησία, es la objeción de Decker... y con justa razón. Como vimos en una entrada anterior, en el caso de ἐκκλησία sucede algo similar como con "servidores" (ὑπηρέτης 1Co. 4.1).

Entonces, el problema es teológico. Lo que intento decir es que los teólogos se han encargado de reforzar dicho entendimiento de la palabra ἐκκλησία basándose en su descomposición (cf. Chafer, Bancroft, Evans, et al.). En verdad, tal entendimiento de la palabra ἐκκλησία es muy popular.


En todo caso, ἐκκλησία es sencillamente la palabra griega para designar una “asamblea” legal de ciudadanos libres (cf. Hch. 19.32,39,40). Cf. BDAG; Ryrie, Erickson y Grudem.

miércoles, 27 de agosto de 2008

historia de mennonitas en youtube

Un buen resumen de la historia de anabautistas (Menonitas) está en youtube.


bautistas y anabautistas

Con profunda tristeza escucho a muchos pastores "bautistas" denostar su propia identidad bautista. Parece que estuviera de moda hacerlo, para estar actualizados (up-date), para estar "fashion". Algunos afirman "antes que bautista soy cristiano...", como si ambos términos fuesen excluyentes. Como si algo abyecto subyace en el nombre "bautista". Creo que nos hace falta refrescar nuestras mentes leyendo algo de historia de la iglesia, e historia de los bautistas en particular. Quien pierde la memoria, pierde su pasado. Quien pierde su pasado, pierde su identidad. Quien pierde su identidad... ¿qué tiene? that's the question ("he ahí el dilema").
He aprendido a amar mi herencia bautista sin menoscabo de otras confesiones evangélicas. Pero, es mi convicción que los términos 'cristiano' y 'bautista' no se excluyen entre sí. Desde mi niñez congregaba en una iglesia bautista, allí entregué mi vida a Cristo. Pero, cuando tuve 7 años congregué en una iglesia anabautista (o anabaptista): Los Hermanos Mennonitas. Fui bautizado a los 9 años estando con los Hermanos Mennonitas. Para alguien que ha tenido un vínculo con los anabautistas, lo que el Dr. David A. Black (un bautista) escribe sobre los anabautistas llama mi atención (aquí). Los anabautistas creen en:

servir en lugar de mandar,
derribar muros en lugar de aislacionismo,
autoridad bíblica en lugar de tradición eclesiástica,
hermandad en lugar de jerarquía,
la toalla en lugar de la espada,
Cristo como cabeza en lugar de algún pastor,
el camino de la paz en lugar de la “guerra justa”,
la iglesia como un organismo viviente en lugar de una institución humana,
el reino de Dios en lugar de un reino político,
la catolicidad de la verdadera iglesia en lugar del sectarismo,
el poder del sufrimiento en lugar del culto al poder,
la Biblia como un libro de la iglesia en lugar de un libro de los eruditos,
lealtad a su ciudadanía celestial en lugar de lealtad a los principados y poderes,
orientación por el Espíritu en lugar de estructuras forzadas de la vida de la iglesia,
ser una “luz para las naciones” en lugar de un enclave cristiano,
sufrir en lugar de infligir sufrimiento,
conocer a Cristo en lugar de conocer acerca de Él,
fe que hace obras (en ambos sentidos) en lugar de ortodoxia muerta,
gracia efectiva como realidad viviente en lugar de un dogma teológico,
ministerio de cada miembro en lugar de clericalismo,
bautismo en Cristo en lugar de bautismo en una denominación,
una unidad que es vivida en lugar de una unidad que es meramente exaltada,
dar la bienvenida a los despreciados marginados en lugar de ignorarlos,
una hermenéutica de obediencia en lugar de una hermenéutica de conocimiento,
consciencia individual en lugar de conformidad teológica,
voluntarismo en lugar de profesionalismo, y alianza con Cristo en lugar de alianza con el Estado.
¡Ahora sabes por qué amo a los anabautistas!
Entiendo que los bautistas tienen afinidad con creencias anabautistas. En esta lista, tambiénveo reflejada mi confesión bautista.
En mi caso, diría:
¡Ahora sabes por qué amo a los bautistas!

martes, 26 de agosto de 2008

"servidores" (υπηρετας 1Co. 4.1) y la descomposición de palabras

A veces, se suele recurrir a la descomposición de una palabra para determinar su significado. En la exégesis bíblica ocurre con frecuencia. Tomemos por ejemplo la palabra en inglés “butterfly” que en español es mariposa.
Imaginemos que desconocemos el significado de esta palabra. Si para hallar su significado la descomponemos tendríamos lo siguiente:

butterfly = butter (mantequilla) + fly (mosca)

butterfly = "mosca de mantequilla"

En este ejemplo, no nos ayuda mucho descomponer la palabra butterfly para determinar su significado. Pues, ¿qué tiene que ver una 'mosca-mantequilla' con butterfly (mariposa)? (Louw, Semantics of New Testament Greek, p. 27)

De un modo similar a lo ejemplificado con butterfly, en el NT (1Co. 4.1) encontramos la palabra υπηρετας (acusativo plural de ὑπηρέτης) la cual ha sido interpretada de un modo interesante a partir de su descomposición. Resulta agradable escuchar la explicación hecha por predicadores, pues tiene una exquisitez propia de la homilética.

Comentando este texto William Barclay (Comentario al Nuevo Testamento [CLIE: 1995]) escribe:

"La palabra que usa para servidor es interesante: hyperétes originalmente era el remero del banco inferior del trirreme; es decir, uno de los esclavos o cautivos que manejaban los grandes remos que impulsaban aquellas naves por el Mar. Algunos comentaristas han hecho hincapié en este sentido de la palabra, y han sugerido que Cristo es el piloto que dirige el curso del navío, y Pablo no es más que uno de los remeros que acepta las órdenes del Piloto y sigue Su dirección".
R. C. Trench (Synonyms of the New Testament [1880], pp. 33-34) popularizó la idea de que ὑπηρέτης proviene de ερεσσω ("remar"):
"es una palabra extraída del ámbito militar; él fue originalmente el remero (de ερεσσω ‘rémige’), distinguido de soldado, a bordo de una galera de guerra"
A.T. Robertson avanzó con esta definición (Word Pictures in the New Testament):
"Pablo y todos los ministros (diakonous) del Nuevo Pacto (1Co. 3:5) son remeros inferiores, remeros de Cristo" (cf. A. T. Robertson y A. A. Plummer, A Critical and Exegetical Commentary on the First Epistle of St. Paul to the Corinthians [T&T Clark: 1911], p. 74).
La base para esta idea del significado de ὑπηρέτης es que descomponiendo esta palabra podemos encontrar su significado.
ὑπηρέτης = υπο “bajo” + ερετης “remero”
ὑπηρέτης = "remero más bajo"

Aún Gordon D. Fee, un comentarista tan cuidadoso escribe que esta palabra “se originó para describir a los galeotes que remaban en la hilera inferior de un trirreme” (Primera Epístola a los Corintios [Eerdmans: 1995], p. 181; cf. Charles Hodge, Comentario de I Corintios [Estandarte de la Verdad: 1996], p. 60; John MacArthur, 1 Corinthians [Moody: 1984]).

Lo más probable es que ὑπηρέτης en el NT es un sirviente, y apenas se distingue de diakonos. No hay evidencia de que ὑπηρέτης significaba “remero” en la literatura clásica. Más bien, cuando aparece no tiene que ver con el ámbito marítimo (cf. D. A. Carson, Exegetical Fallacies [Baker: 1996], pp.29-32; para ejemplos consultar BDAG; LS). Es decir, ὑπηρέτης no es el "remero inferior", así como tampoco butterfly es una "mosca-mantequilla".

lunes, 25 de agosto de 2008

"el pan nuestro de cada día", una vez más

El adjetivo ἐπιούσιος epiusios es escaso (o ¿ausente?) en la literatura extrabíblica, y su significado preciso no se puede determinar con absoluta certeza por medio de la etimología. ¡Eso no ocurre con todas las palabras del NT!
La palabra ἐπιούσιος es considerada como un απαξ λεγομενα Hapax Legomena "palabra usada una sola vez".
En un sentido amplio:
Hay 1940 palabras que ocurren una vez en el NT fuera de un vocabulario total de 5425 palabras. Pero, la mayoría de ellas ocurre en la literatura griega, por tanto, se puede determinar su significado con certeza.
En un sentido restringido o técnico:
Hay dos docenas de palabras que ocurren una sola vez en el NT y no aparecen en la literatura griega (de acuerdo a B. M. Metzger, "Persistent Problems Confonting Bible Translators" BibSac 150 [1993], p. 277, n. 5). Estos son técnicamente verdaeros hapax legomena. Las investigaciones y los descubrimientos arqueológicos ha hecho que disminuyan: Thayer en el año 1889 consideraba que eran ¡300 palabras! Por tanto, no debemos preocuparnos por los hapax legomena no es un fenómeno frecuente.
La frase que completa a "el pan nuestro de cada día" es "dánoslo hoy" (δὸς ἡμῖν σήμερον dos imin simeron). Esta última expresión es muy clara. Sea como fuere que se entienda ἐπιούσιος el énfasis recae en "dánoslo hoy". Todos los pueblos antiguos del mediterraneo reconocieron la necesidad del pan diario (Yamauchi, 1966: pp. 148-153, citado por Craig S. Keener, Matthew [InterVarsity: 1997], p. 143; A Commentary on the Gospel of Matthew [Eerdmans: 1999], p. 221). Los discípulos de Cristo muestran su dependencia diaria para su sustento de esta manera.

sábado, 23 de agosto de 2008

“el pan nuestro de cada día” y la etimología

Con lo dicho por Saussure y Barr nos queda la impresión de un menosprecio o descarte de la etimología. Pero, ambos no niegan la validez del uso de la etimología, eso queda claro. La propuesta de ellos es que el uso de la etimología debe quedar restringido a su propia esfera, a saber, la historia de las palabras. Después de todo, la historia de una palabra nos ayuda a comprender la dinámica del idioma.
Y bien, ahora ¿qué tiene que ver aquella frase del padrenuestro “el pan nuestro de cada día” (Mt. 6.11; Lc. 11.3) con la etimología? En realidad, para nuestro interés sobre el tema, tiene mucho que ver.
En este texto, apreciaremos cómo el uso de la etimología no nos ayuda a clarificar el significado de una expresión del padrenuestro en la frase : "el pan nuestro de cada día".
La expresión que ha sido traducida como "de cada día" es una sola palabra en griego, es el adjetivo ἐπιούσιος epiusios. Según Orígenes (De Oratione 27, 7), este adjetivo fue inventado por los evangelistas. El erudito B. M. Metzger ha cuestionado una posible ocurrencia del adjetivo ἐπιούσιος independiente de nuestra literatura ("How Many Times Does ἐπιούσιος Occur Outside the Lord’s Prayer?", ExpTim 69, 1957/1958, pp. 52-54). Este adjetivo ha sido entendido de diversos modos: Sin. Syr. (en Lc) y Cur. Syr. אמינא contínuo; Peshita דסונקנן para nuestra necesidad; Itala ‘panis quotidianus’, ‘pan diario’; Jerónimo ‘panis supersubstantialis’; Evang. Heb. 62, 42 מחר = Lat. ‘crastinus’ para mañana.
Se han propuesto varias alternativas apelando a la etimología:
1. ἐπιούσιος = επι + ουσια necesario para la existencia.
2. ἐπιούσιος = una sustantivación de επι την ουσαν sc. ημεραν para el día en curso, para hoy.
3. ἐπιούσιος = η επιουσα sc. ημερα para el día siguiente.
4. ἐπιούσιος = επιεναι por venir.
a. sobre la analogía de το επιον = ‘el futuro’, pan para el futuro.
b. con el significado de ‘venir a': dános este día el pan que le viene, es decir, le pertenece.
c. igual a επιων = próximo.
d. el pan que nos viene.
e. La petición se refiere al reino venidero y su fiesta[1]
Si fueras a predicar sobre este texto y te topas con el adjetivo ἐπιούσιος ¿por cuál significado te inclinarías? Rudolf Schnackenburg se inclina por el significado de "necesario" (The Gospel of Matthew [Eerdmans: 2002], p. 68), Craig S. Keener reduce las alternativas a pan "diario" o "de mañana" (Matthew [InterVarsity: 1997], p. 143), Robert H. Gundry favorece el significado de "venidero" (Matthew: A Commentary on His Handbook for a Mixed Church Under Persecution [Eerdmans: 1994], p. 107). Es difícil ¿no?
Esto revela que la etimología es una herramienta muy inexacta en la determinación del significado de una palabra. Lo mejor sería ser honestos y reconocer nuestra limitación para conocer el significado preciso hasta que haya nueva investigación que arroje luz sobre este adjetivo.
A pesar de la debilidades de esta metodología, el uso de la etimología es un recurso muy difundido entre los predicadores e intérpretes de la Biblia. Quién no ha oído frases como
"en el original hebreo (o griego) esta palabra deriva de..."
"esta palabra (hebrea o griega) proviene de..."
"esta palabra en su original (hebreo o griego) es una palabra que está compuesta por..."
"en el original (hebreo o griego) la raíz de esta palabra es..."
etc.
Y el predicador o maestro procede a basar su argumento en tal método según el cual ha descubierto el significado "original". Vale aclarar que el problema no son los predicadores, sino el método con el cual han sido construidos nuestros léxicos. Cuando queremos determinar el significado de una palabra recurrimos a nuestros diccionarios (léxicos). Nosotros en uno y otro grado dependemos de los léxicos. Creo que es necesario revisar este asunto porque está en juego nuestro correcto entendimiento del texto sagrado (2Ti. 2.15).
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[1] Cf. BAGD, pp. 376-377: s. v. ἐπιούσιος, 1-4; R. T. France, The Gospel of Matthew (Eerdmans: 2007), pp. 247-248; D. A. Carson, “Mathew”, EBC; W. Foerster, TDNT II, pp. 590-599; Marshall, I. H., The Gospel of Luke: A Commentary on the Greek Text (Eerdmans: 1978), pp. 458-460; Joseph A. Fitzmyer, El evangelio según Lucas: Traducción y comentario: Capitulos 8, 22-18, 14 (Cristiandad: 1986), pp. 318-320.

viernes, 22 de agosto de 2008

James Barr, hermenéutica y el Theological Dictionary of the New Testament

Uno de los más influyentes diccionarios en el estudio de las palabras del NT es el TWNT: Theologisches Worterbuch zum Neuen Testament. Esta obra fue publicada primero en alemán en 1933. Fue diseñada para el estudiante del griego intermedio y avanzado. Cada palabra griega significativa del NT generalmente es presentada en su trasfondo secular, su rol en el AT (tanto en hebreo como en la Septuaginta), su uso por Filón y Josefo, la literatura rabínica, su uso en el NT que es clasificado como uso sinóptico, joanino, petrino o paulino, y a veces los padres apostólicos son incluidos.
Más de 100 eruditos contribuyeron en esta obra, incluyendo especialistas en el AT, la LXX, estudios helenísticos, semíticos y rabínicos. La obra incluye bibliografía esencial y extensas notas al pie de página suplementan los artículos. Este diccionario fue traducido al inglés con el título de Theological Dictionary of the New Testament [TDNT], una obra de 10 Volúmenes.

James Barr

A esta monumental obra James Barr hace una demoledora crítica y marca un giro en las investigaciones semánticas bíblicas. Y un cambio en los estudios bíblicos, en la hermenéutica. Barr criticó la metodología y los principios que rigieron al TDNT.

Sin temor a los grandes nombres, a las obras voluminosas, a las investigaciones rigurosas-aunque se llamen Pedersen, Boman, Gerleman, aunque estén inscritos TWNT. Como David, quien entrenaba con leones y osos para luego enfrentarse al Filisteo, así Barr empieza con autores específicos antes de enfrentarse con TWNT.[1]
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[1] Luis Alonso Shokel, “Teología Bíblica y Lingüística”, Bib 43 (1962) pp. 217-223 citado por Moisés Silva, Biblical Words and Their Meaning: An Introduction to Lexical Semantics (Zondervan, 1994), p. 18.