A mi juicio, la lógica de algunos (ver aquí) que defienden el liderazgo masculino que lleva a la conclusión que un cristiano no debe dar su voto a una candidata mujer apelando a textos bíblicos como 1 Timoteo 2.12 es una falacia de generalización apresurada, y por otro lado, es un non sequitur ("no se sigue" de estos textos en sus debidos contextos). Es conocido que el teólogo bautista Wayne Grudem defiende el liderazgo masculino en el hogar y la iglesia, pero a su vez manifiesta su desacuerdo a que tal principio se maximice, y por ende, se aplique a todas las áreas de la vida. Grudem se expresa así en respuesta al argumento de Sarah Sumner que ya he citado (ver aquí):
El argumento de Sumner se basa en un error clásico en la interpretación bíblica, un error que toma un principio hallado en la Biblia e intenta maximizarlo por encima de otras cosas que la Biblia enseña, con el resultado que aquellas otras cosas son en última instancia negadas. El problema es que el principio del liderazgo masculino no es el único principio en la Biblia. Hay otro principio, y tal es el principio de la igualdad masculina-femenina a la imagen de Dios. Por medio del propio razonamiento de Sumner, alguien podría decir "Es inconsistente aplicar el principio de igualdad solamente a cosas tales como el valor, la importancia y la personalidad. La consistencia requiere que los hombres y las mujeres sean iguales en cada manera, incluyendo todos los roles que ellos cumplen en el matrimonio y en la iglesia. ¡El principio de igualdad requiere que no haya diferencias!"Lo que es incorrecto tanto con el principio de "siempre seguir un liderazgo masculino" como con el principio de "siempre seguir la igualdad masculina-femenina" es que ello no depende de nosotros decidir de qué manera estos grandes principios de la Escritura deben combinarse y aplicarse en distintas situaciones. Depende de Dios, quien tiene sus propios propósitos y cuya sabiduría es infinitamente más grande que la nuestra.¿cómo sabemos qué principios aplicar? Nosotros simplemente debemos obedecer la Biblia en la aplicación específica de estos principios. Lo que encontramos en la Biblia es que Dios ha dado mandamientos que establecen un liderazgo masculino en el hogar y en la iglesia, pero que otras enseñanzas en Su palabra dan considerable libertad en otras áreas de la vida. No deberíamos tratar de exigir o más de lo que la Biblia exige o menos de lo que ella requiere.[1] (negritas mías)
Es un non sequitur que por lo dicho se piense que estoy defendiendo la candidatura de Keiko Fujimori, cuya postulación para efectos de esta discusión es entermanete circunstancial. Pero, estoy en desacuerdo que se juzgue a cristianos por dar su voto a una candidata mujer. Hay otros principios meridianos en las Escrituras que tienen una relevancia política mayúscula como la lucha decidida contra la injusticia social (tan denunciada por los profetas del AT), velar por el orden castigando severamente el crimen y la corrupción (cf. Ro 13.3-4), vocación de servicio (nótese el uso de λειτουργοὶ θεοῦ "servidores de Dios" en Ro 13.6), entre otras cosas. Nuestro deber es orar por nuestras autoridades para que conozcan la verdad del evangelio, y nosotros vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad (1 Ti 2.2).
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[1] Wayne Grudem, Evangelical feminism and biblical truth (Sisters, Oregon: Multnomah Publishers, 2004), 382-393.
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