jueves, 18 de septiembre de 2008

algunos pensamientos sobre ἀποκάλυψις

Permitiré que mi corazón me dicte lo que escribiré (son pensamientos falibles). No escribiré sobre semántica o gramática de ἀποκάλυψις. El libro de Apocalipsis es considerado el libro más difícil de interpretar. Esto, a pesar de que ἀποκάλυψις significa "hacer totalmente conocido" (BDAG), es decir, quitar el velo.

ἀλήθεια (la verdad) es necesaria, porque es un des-ocultamiento (ἀ-λήθεια). Al experimentar ese desocultamiento nuestro espíritu se satisface. Así, ἀλήθεια es contrastable en el reino de los hechos (lo fáctico) y en el reino del pensamiento (lo formal). ἀλήθεια revela al engañador. Por eso el engañador detesta ἀλήθεια. La palabra de Dios es ἀλήθεια (Jn. 17.17).

En el reino de Dios, Jesús es ἀλήθεια (Jn. 14.6) y ἀποκάλυψις. Jesús no está oculto y es revelación. Porque Dios no está callado (Schaeffer) y nos ha hablado por el Hijo, ἐν υἱῶ (lit. "en Hijo" He. 1.2).

Apocalipsis es distinto al desocultamiento (ἀλήθεια), pero no contrario. Mientras se busca y se indaga ἀλήθεια, ἀποκάλυψις nos encuentra.

ἀλήθεια es contrastable, verificable, ἀποκάλυψις se contempla y se admira.

El Espíritu guió a ἀλήθεια en el caso de los apóstoles (Jn. 16.13); ser guiado implica un camino. ἀποκάλυψις no es un camino, es un acto de Dios hic et nunc para Juan en Patmos, y de este modo para nosotros.

Es ἀποκάλυψις porque es el Dios personal infinito que está ahí, Quien quita el velo.

Es ἀποκάλυψις porque el contenido no sería accesible a nuestra mente y corazón de otro modo, de ningún modo.

Es ἀποκάλυψις porque es sobrenatural, no hay procesos gnoseológicos ni metodologías que nos desembocan en ἀποκάλυψις.

Es ἀποκάλυψις, no articulado (en griego está sin artículo), porque es sui generis.

ἀποκάλυψις está más allá de las fronteras de nuestra epistemología, pero está cerca de los ojos de la fe. No la fe del salto al vacío que sería una fe más ciega que un topo, sino de la fe bíblica cuyos ojos son abiertos como los de Bartimeo.

(Abraham no es kierkegaardiano, a pesar de Kierkegaard. Dios abrió los ojos de Abraham. Abraham no es el irracionalista que abraza las paradojas dialécticas neortodoxas. Abraham es el padre de la fe.)

ἀποκάλυψις nos encuentra no para abrir nuestros ojos. ἀποκάλυψις está allí para quienes tienen los ojos abiertos, ἀποκάλυψις es τοῖς δούλοις, para los siervos. Los siervos no son el grupo de iniciados de un culto esotérico. Quienes tienen los ojos abiertos son los siervos de Jesús el Mesías. Abrir los ojos es una gracia de Dios. Es la fe que tiene la convicción de lo que no se ve (He. 11.1). Nadie puede ser un siervo sin fe. La fe es ver, y quien ve algo (tan solo algo) de la gloria de Dios en Jesús, sencillamente se postra. El creyente que ve está postrado en tierra, es siervo, es humilde. Mucha gente me dice que conoce y entiende doctrina, tradición, la Biblia, que cree en Dios y en Jesús... pero no están postrados. Se engañan.

La palabra siervo no es un título honorífico o un cliché propio de clérigos. Un siervo es uno que está rostro en tierra desde el fondo de su corazón. Todos los que vieron la gloria de Dios estaban postrados, no caían de espaldas (eso es juicio). Estaban postrados. Eso es humildad ante el Todopoderoso. No experimentaron "risa santa", estaban con temor. El apóstol nos exhorta a estar ocupados en nuestra salvación con temor y temblor (Flp. 2.12). Los siervos de Dios no declaran confesiones positivas, al contrario, confiesan su pecado, su miseria y su perversión (1Jn. 1.10).

ἀποκάλυψις es para el siervo. No es para entretener los espíritus lascivos cazadores de misterios y "del día y la hora" (Mr. 13.32; Mt. 24.36 contra Miller, Russell, Rutherford, etc.). Es para los que están con el rostro en tierra porque tienen ojos para ver.

Abandonemos la idea lamentable de ἀποκάλυψις como libro oscuro y enrevesado. Contemplemos la belleza de la revelación. Permitamos que nuestros ojos de fe admiren el plan de Dios que dio a nuestro Jesús Mesías. Miremos la hermosura del triunfo de nuestro Salvador el Ungido. El triunfo de Nuestro Señor. Y entendamos que ese triunfo, aunque aguarda su cumplimiento, por ser profecía de Dios ya lo podemos saludar, es real ya. (Es por eso que el preterismo no es convincente para mí, además de otras razones).

Apropiémonos de la bienaventuranza, el gozo, la felicidad y dicha:

Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca (Ap. 1.3).

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