jueves, 21 de agosto de 2008

Ferdinand de Saussure, diacronía-sincronía y hermenéutica

Una de las principales tareas del intérprete de la Biblia es determinar o hallar el significado de las palabras. En este trabajo, el estudiante se aproxima al texto bíblico usando una determinada metodología.
Vamos a los idiomas originales (hebreo, arameo y griego) para rastrear el significado de una palabra o grupo de palabras. Es en este proceso que recurrimos a los diccionarios o léxicos. Es común encontrar en los léxicos definiciones basadas en la etimología de las palabras. Este método es, desde la obra de Saussure, conocido como diacrónico. Por ello, la lingüística tiene mucho que aportar respecto a la metodología dentro del campo semántico en particular y del campo de la hermenéutica en general.
A partir de la obra de Ferdinand de Saussure[1] se consideran dos metodologías: la sincrónica (el uso común de un término) que tiene que ver con el idioma usado en un tiempo dado; y la diacrónica (historia de un término) que observa un idioma a través de su historia o un largo período de tiempo.[2] En palabras de Saussure:

La lingüística sincrónica se ocupará de las relaciones lógicas y psicológicas que unen términos coexistentes y que forman sistema, tal como aparecen a la conciencia colectiva.
La lingüística diacrónica estudiará por el contrario las relaciones que unen términos sucesivos no percibidos por una misma conciencia colectiva, y que se reemplazan unos a otros sin formar sistema entre sí.
[3]

Saussure explica la preferencia de tales designaciones del siguiente modo:

¿Cómo las llamaremos? Los términos que se ofrecen no son apropiados por igual para señalar la distinción. Así historia y “lingüística histórica” no son utilizables, porque evocan ideas demasiado vagas; como la historia política comprende tanto la descripción de épocas como la narración de los acontecimientos, podría imaginarse que al describir estados de lengua sucesivos se estudia la lengua según el eje del tiempo; para eso habría que encarar separadamente los fenómenos que hacen pasar a la lengua de un estado a otro. Los términos evolución y lingüística evolutiva son más precisos, y nosotros los emplearemos con frecuencia; por oposición se puede hablar de la ciencia de los estados de lengua o de lingüística estática.
Pero para señalar mejor esta oposición y este cruzamiento de dos órdenes de fenómenos relativos al mismo objeto, preferimos hablar de lingüística sincrónica y de lingüística diacrónica. Es sincrónico todo lo que se refiere al aspecto estático de nuestra ciencia, y diacrónico todo lo que se relaciona con las evoluciones. Del mismo modo sincronía y diacronía designarán respectivamente un estado de lengua y una fase de evolución.
[4]

La posición de Saussure es radical con respecto al uso de la diacronía:


Lo primero que sorprende cuando se estudian los hechos de lengua es que para el sujeto hablante su sucesión en el tiempo es inexistente: el hablante está ante un estado. Así el lingüista que quiere comprender ese estado tiene que hacer tabla rasa de todo lo que lo ha producido y desentenderse de la diacronía. Nunca podrá entrar en la conciencia de los sujetos hablantes más que suprimiendo el pasado. La intervención de la historia sólo puede falsear su juicio. Sería absurdo dibujar un panorama de los Alpes tomándolo simultáneamente desde varias cumbres del Jura; un panorama tiene que trazarse desde un solo punto. Lo mismo para la lengua: no se puede ni describirla ni fijarle normas para el uso más que colocándose el lingüista en un estado determinado. Cuando el lingüista sigue la evolución de la lengua, se parece al observador en movimiento que va de un extremo al otro del Jura para anotar los desplazamientos de la perspectiva.[5]
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[1] 1857-1913, considerado como uno de los padres del estructuralismo que es una “tendencia metodológica que se manifiesta hoy en muchos campos del saber y que puede tener relaciones más o menos estrechas con distintas orientaciones filosóficas” (Abbagnano, Nicolás, Historia de la Filosofía [4ª ed.; Barcelona: Hora, 1994], vol. 3, pp. 785-786).
[2] Cf. Wallace, Daniel B., Greek Grammar Beyond the Basics: An Exegetical Syntax of the New Testament (Grand Rapids: Zondervan, 1996), p. 4; Osborne, Grant R., The Hermeneutical Spiral: A Comprehensive Introduction to Biblical Interpretation (Downers Grove: Inter Varsity, 1991), p. 69.
[3] Saussure, Ferdinand de, Curso de Lingüística General (trad. Amado Alonso, 24ª edic.; Bs. As.: Losada, 1945), p. 124.
[4] Saussure, op. cit., p. 107.
[5] Ibid., p. 107.

1 comentario:

José Clemente dijo...

En relación con lo bíblico y las lenguas implicadas (hebreo, arameo y griego)hay que considerar que; la lingüística sincrónica es la más apropiada a los fines de las relaciones lógicas y psicológicas, que unen términos coexistentes y que forman sistema, tal como aparecen a la conciencia colectiva. Esto, porque de hecho somos, existimos, y estamos ubicados en un sistema, por caso nuestro, y de toda la historia de nuestra humanidad, tanto en tiempo pasado, presente y futuro, y siendo conscientes que este cosmos en el que se da nuestra vida humana, era muy preexistente a nuestra "aparición" dentro de Él.

Por lo tanto, es posible considerar que siendo parte concreta nuestra humanidad, de tal sistema, estemos entonces dotados, concordantemente, de una estructura en lo interno que nos ha permitido y nos permitirá (por semejanza) comprender realmente, en el tiempo, la razón de nuestro existir y ser en este cosmos, etc.